viernes, 28 de febrero de 2014

Lost in Translation

Cuando uno viaja resulta habitual sufrir el síndrome que se describe en la película Lost in Translation. Esa sensación de encontrarse fuera de lugar en el destino escogido para tomarse unas vacaciones o bien donde uno recalar por motivos laborales. Afectado por el jet-lag y con dificultades para expresarse en el idioma local, el turista se siente desubicado y perdido en medio de otra cultura ajena a la suya y que desconoce.

Tal era el caso de Scarlett Johansson y Bill Murray, enajenados y extraviados en la película de Sofia Coppola. Como reflejo de la incomunicación que destila el mundo moderno, tan dado a facilitarnos todo tipo de gadgets para interactuar con nuestros semejantes. En este sentido, Spike Jonze, marido de Sofia Coppola, coge el testigo y riza el rizo al describir en Her nada menos que la relación amorosa entre un hombre y, no ya una máquina/hardware tangible, sino un sistema operativo/software etéreo.


Como ahora la tecnología se ha emperrado en que sea la cloud/nube quien alimente nuestros sueños y más íntimos deseos, pues ¡voilá!. Basta con una buena analítica de datos detrás de una voz sensual para que Joaquin Phoenix caiga rendido ante un amor irreal. Al que el protagonista enfrenta y contrapone las dificultades de liarse con una mujer de verdad.

No es la primera vez que el cine establece parejas extrañas, Berlanga y Azcona ya emparejaron a un burgués con una muñeca en Tamaño Natural.


Ese mismo aire de extrañeza se respira en el film Mapa de los Sonidos de Tokio de Isabel Coixet, donde aparecían, entre otras peculiaridades niponas, los famosos Hoteles del Amor/Love Hotels.

 
En ellos, parejas establecidas o bien furtivas, huyen del tedio cotidiano y se salen de la rutina de sus vidas y viviendas para encontrarse in another place / in another time, tal y como describiría el León de Belfast, Van "The Man" Morrison, un viaje astral en su Astral Week.


Pero así como el difunto Paco Umbral peroraba sobre su libro en televisión, también Mick Jagger protege su espacio y su particular forma de entender la intimidad de lo propio frente a la cuadrilla ajena o enemiga desde el clásico de los Stones de los 60s Get Off of my Cloud.


Aunque para problemas de comunicación y traducción el pasaje de "el concepto es el concepto" a cargo del castizo narcotraficante gallego de Airbag, difícilmente trasladable a otra lengua por el arraigo del acento y las concomitancias de la situación y el susodicho.

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