Letras para adolescentes aparte, lo realmente epatante del fenómeno Nirvana / Kurt Cobain fue la capacidad de un niñato rubio y zurdo proveniente del Estado de Washington en el Noroeste de los Estados Unidos para aglutinar en su persona la rabia de millones de chavales que se sentían fuera de un sistema que únicamente los convocaba y contaba con ellos para consumir / votar, pero que el resto del tiempo les daba de lado y los prefería adocenados en trabajos repetitivos y sin futuro, esto es, una generación alienada que dio en llamarse Generación X -Douglas Coupland dixit.
La visceralidad y velocidad supersónica con que se desarrolló la carrera de Kurt parecía más propia de otro tiempo que de los 90s, una década que se iniciaba desencantada de los frívolos 80s y que reivindicaba el rock de guitarras y la actitud punk, eso sí, con una estética muy alejada del Londres del 76.
Antes bien, el éxito de Nirvana se debió al talento compositivo, guitarrístico y vocal de Kurt, junto con su determinación por triunfar en el difícil mundo del punk-rock, y el respaldo anímico y profesional de su amigo de toda la vida Chris Novoselic y del baterista profesional Dave Grohl.
Estar en el momento justo en el sitio adecuado hizo lo demás.
El estilo compositivo de Kurt bebía del punk y del heavy-metal, ya que a las secuencias abigarradas y crudas del punk, le seguían momentos melódicos más propios del heavy-metal, con variaciones de ritmo que incluían remansos antes de la tormenta.
En esta misma dicotomía se movió por la vida Kurt, quien en el extensamente documentado retrato de su paisano Charles R. Cross, aparece como un joven atormentado en perpetua búsqueda del éxito musical mientras trata de huir de la fama y de estar en el candelero de los chascarrillos y los dimes y diretes que aquella acarrea.
Si hacemos balance de que Kurt ya era de por sí un tipo problemático antes de su éxito masivo a los 24 años, podremos entender mejor el carrusel de emociones y experiencias contradictorias que vivió durante los tres años que estuvo en el ojo público hasta su fatídica muerte.
Diarios que por los extractos contenidos en la biografía de Charles R. Cross, apuntan ser un material de primera para acercarnos siquiera de lejos a comprender la compleja personalidad de Kurt.
Por su parte, Gus van Sant, hace un biopic en Last Days, sobre los últimos días en la vida de una estrella de rock, que no cabe duda se trata de un trasunto del propio Kurt.
Aunque la deriva de las drogas hace que la atmósfera sea deprimente, como ir sin remisión cuesta abajo y sin frenos, a la vez que claustrofóbica, pues como suele ser habitual en el caso de los yonquis, su unidad de tiempo es la que transcurre entre dosis y dosis, siendo los sucesos y eventos que se producen entre medias completamente accesorios.
Por estos lares, Lucía Etxebarría también hizo su aportación de ficción con la biografía novelada La Historia de Kurt y Courtney: Aguanta Esto.
Material que, posteriormente, Lucía ampliaría acertadamente en su reedición como Courtney y Yo.
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