miércoles, 7 de junio de 2017

Guns N' Roses en San Mamés

Axl y Slash descargaron su heavy galáctico en San Mamés ajustando cuentas con un pasado que se resisten a dejar atrás y al que hicieron justicia con una soberbia recreación de sus éxitos. ¡¡¡Pueden estar orgullosos de que aún no haya banda de tributo a la altura de su leyenda tan viva!!!

De unos años aquí se ha puesto de moda que bandas históricas recreen álbumes completos de su discografía de cabo a rabo en sus conciertos. Ante la vuelta de los Guns N' Roses con su gira "Not in This Lifetime" [No en Esta Vida, mítica frase que Axl repetía en todas y cada una de las entrevistas en que le preguntaban sobre la eventual resurrección de la Banda Original], era presumible que el SetList pivotase en torno a su arrollador disco de debut Apetite for Destruction. Y nos podemos congratular de que así fuese, pues tocaron hasta ocho de las doce canciones del álbum. Aún recuerdo que en el verano del 89, una cinta grabada del vinilo original de mi hermano Mikel sonando en unos walkman de lo más normalito fue la gasolina con la que subí más de un puerto de montaña en una bicicleta de carreras que era un auténtico hierro.

En su Concierto de San Mamés arrancaron con It´s So Easy con unas prisas bárbaras por agradar al respetable que dejaron la voz de Axl no sé si sin respiración o sin equalizar durante la primera media docena de canciones. La banda sonaba bien y siguieron con Mr. Brownstone donde Axl empezó a culebrear al más puro estilo marca de la casa. Después el truño de Chinese Democracy para que se vea quién manda en la banda. Welcome to the Jungle sonó un tanto desbarajustado y Axl seguía buscando su hilo de voz entre el muro de sonido que el grupo levantaba a su alrededor. Entre carrera y carrera y muda de vestuario, se sucedieron Double Talkin´ Jive, Better y Estranged con Slash en una magnífica forma musical, correosos sus punteos y alardeando de pose mientras elevaba la guitarra perpendicular al suelo apoyándola sobre su muslo derecho.

Fue a partir de la versión de Live and Let Die de los Wings de Paul McCartney que Axl (o el Técnico de Sonido) encontró su voz. Entonces pudimos comprobar que, a pesar de haber perdido alguna octava, el falsete de Axl sigue estando entre lo mejorcito del panorama heavy y su peculiar timbre de voz se reivindicó como la mejor manera de honrar sus viejas demoledoras canciones. Rocket Queen y You Could Be Mine iban ya a favor de obra y la maquinaria parecía perfectamente engrasada para reproducir el siempre sucio sonido propio de los Guns. Attitude (versión de los Misfits) y This I Love sirvieron de preludio a una portentosa Civil War. A la que siguió el homenaje al recientemente fallecido Chris Cornell en forma de versión de Black Hole Sun de su banda Soundgarden.

Después Coma y un solo de Slash sobre el tema Johnny B. Goode de Chuck Berry. Y a continuación una demostración de virtuosismo con Speak Softly Love, el tema de amor de Nino Rota de la banda sonora de El Padrino dio paso a una espectacular Sweet Child O' Mine. Aquí ya los borrachuzos, porretas y farloperos circundantes habían alcanzado al unísono por una extraña sincronía la famosa fase de exaltación de la amistad. Se miraban incrédulos entre sí, como diciéndose con los ojos, con los abrazos unos a otros, pellízcame que no es verdad que esté viendo a los Guns N' Roses tocando en San Mamés mi himno de adolescencia. Pero vamos a ver, alma de cántaro, si has pagado 100 Pavos única y exclusivamente para vivir este momento. Lo dicho, la gente se abrazaba sorprendida y con la lágrima fácil a punto de saltárseles de la pupila (brillante en el caso de los borrachuzos, más mate y abotargada si hablamos de los porretas, y dilatada, muy dilatada, si a los farloperos nos referimos).

My Michelle fue otro momentazo cumbre, pero había que dar descanso a Axl, quien entre carrera y carrera nos hacía sufrir por sus piernas al límite de la resistencia física. A ojo de buen cubero anda por los 100 Kilos de peso y se vació en cada canción como si no hubiera un mañana. Entre Slash y Richard Fortus (el guitarra rítmica que sustituye a Izzy Stradlin), se marcaron un estratosférico Wish You Were Here de los Pink Floyd que ligó el mísmisimo Axl al piano de cola con la segunda parte del Layla de los Derek and the Dominos de Eric Clapton como entrada a un November Rain también descomunal. Y completaron el trío de ases para acabar el Concierto, Knockin' On Heaven´s Door, la versión de Bob "Pat Garrett & Billy the Kid" Dylan y Night Train. Con esta tripleta final de música romántica, atropellada y punkarra uno ya se podía ir a casa tranquilo después de más de dos horas de un soberbio espectáculo audiovisual.

Pero faltaba la traca final (y nunca mejor dicho, pues estallaron bombas a mansalva en una barahúnda de pólvora y hojalata por el eco de la cubierta metálica del estadio) de los bises. Volvieron de un brevísimo descanso con Sorry, otro peaje al álbum Chinese Democracy de los Guns de Axl, para seguir con Don´t Cry, The Seeker (versión de los Who de Pete Townshend) y acabar con la apoteosis urbanita de Paradise City. No se podía pedir más, y la marabunta de fans nos fuimos disolviendo educadamente no sin antes agradecer a San Mamés que nos hubiera librado de la lluvia. Esa que ya no moja al aficionado del Athletic. Pero estando como estábamos a pie de campo, ni la cubierta nos habría salvado de la caladura. ¡¡¡Y es que no hay celebración que se precie sin santo que la bendiga!!!

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