martes, 17 de noviembre de 2015

Noche Romántica con Van Morrison en Bilbao

El pasado miércoles 11 de Noviembre Van Morrison ofreció un soberbio recital en el Palacio Euskalduna de Bilbao. El León de Belfast dictó una lección magistral respaldado por su excelente banda. Y caímos rendidos ante Van the Man, que eligió para seducirnos una selección de temas propios de corte romántico y versiones de clásicos del rock´n roll.

¿Huraño, hosco? He ahí la discusión entre plumillas. Pero para los que pagamos nuestra entrada (de precio exorbitante, por cierto), el concierto de Van Morrison es un disfrute desde que accedemos al Palacio Euskalduna, moqueta/mármol que no acostumbramos visitar.

La primera anécdota surge cuando una conocida se sienta detrás de mí con su padre y el comentario es que, "más que ver a Van Morrison vas a tener que adivinarlo, aita". Y era cierto, ni vista cenital ni vainas, estaba sentado a una distancia galáctica para ver a una estrella sideral, como lo fue el magnífico concierto que nos brindó Van.

Calentó la banda sin haber hecho acto de presencia su líder, que entró cojeando por un lateral a la vez que su guitarra lo presentaba/coreaba a voz en grito. Ya sabéis, aquello de "Ladies and Gentlemen con ustedes, Van Morrison".

Lo cierto es que, perdido en el extenso opus del irlandés, apenas acerté a identificar media docena de temas de los veinte o por ahí que interpretó en hora y tres cuartos, aproximadamente. Un "Days Like This" excelso, un otoñal "In the Midnight", un brioso "Precious Time", delicioso y matizado "Moondance", acuciante/suplicante "Baby, Please Don´t Go" donde dejó lucirse a la banda, y saltarín/rampante "Whenever God Shines His Light". Temas en los que Van iba pasando del saxo alto a la harmónica, mientras el bajista intercambiaba contrabajo y bajo eléctrico a conveniencia de la canción, y el teclista saltaba del piano al órgano según la necesidad.

Por su parte, el guitarrista y el batería exprimían sus instrumentos al máximo y lo mismo tocaban rock alto y fuerte que parecían acunarte con sus escobillas y arpegios. Me quedé impresionado/aletargado por esos vértices y esas aristas, por el sentimiento urgente y la caricia relajante de la corista morena, perfecto contrapunto al osezno gruñido de Morrison. Jamás había asistido a un concierto eléctrico donde el volumen que los músicos aplicaban a sus instrumentos variaba con la devoción y sutileza del "a cappella" de un concierto clásico.

Para cerrar, el bis de Gloria, y la despedida del Hombre haciendo mutis por el foro mientras la banda se desbocaba desenfrenada y nos enseñaban todo cuanto sabían hacer con independencia del repertorio, desde free-jazz hasta rock con raíces.

Una noche romántica por antonomasia. Detrás de mí, ya en las escaleras, una mujer en sus cincuenta alababa las facultades del bardo "tiene mucha mejor voz que cuando era joven", palabra de amatxu. Qué más se puede pedir, Van, has tocado el cielo ferruginoso y portuario de Bilbao que tú considerabas menos creyente en tus cualidades que el de la Plaza de la Trinidad de Donostia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario