viernes, 6 de octubre de 2017

Pete Ross and the Sapphire

En 2015 presencié 3 conciertyos en los que me quedé con las ganas de llevarme un trofeo en forma de CD y/o Vinilo. Pete Ross and the Sapphire me fliparon en el Satélite-T de Deusto, Martin Carr hizo lo propio en la Kutxa Beltza del Antzoki y Mark Olson de vuelta al Satélite-T de Deusto nos deleitó con su música. Hoy quiero homenajear en este post a los primeros.

Pete Ross and the Sapphire ejecutan un rock melodramático y de gran descarga emocional. Su estética rockista se impone sobre la suma de los miembros de la banda. Pete Ross a la guitarra Gretsch enfundando en negro de la cabeza a los pies y con botas camperas. Y Susy Sapphire al bajo embutida en su camiseta sin mangas, minifalda y zapatos de tacón. Son la elegancia personalizada. Los brazos tatuados de Susy aportan morbo extra a la ecuación. Y, por supuesto, son pareja. Qué más da quién ocupe la batería.

Susy aporta octanos de combustible a los guitarrazos incandescentes de Pete. A pesar de los larsens disparatados o los arpegios bien orientados de Pete, el peso de la dinámica subterránea del conjunto recae sobre Susy. Su digitación pesada y rotunda abundan en su querencia hardrockera. Pete, por su lado, se muestra más trobador y enfatiza con orgullo sus fraseos a la voz y sus punteos a la guitarra.

Delicias como XXX sólo pueden salir de la inspiración de un alma torturada. Que esculpe a golpe de frustración cada hálito de esperanza y redención que le quedan por disfrutar. Ambos han encontrado la horma de su zapato en el otro. Y esa complicidad se transmite y palpa en escena. Al morbo de la mujer bajista, se le unen esos coros exquisitos de Susy que iluminan los trances más tenebrosos de las composiciones de Pete. Miel sobre hojuelas.

En su concierto del 11 de Junio de 2015 en el Satélite T de Deusto, me quedé con las ganas de llevarme uno de sus vinilos bajo el brazo. Presentaban The Boundless Expanse, y desde entonces también he degustado su Rollin´ On Down the Line. Estamos hablando de dos trabajos exquisitos. Ahora mismo escucho el segundo de ellos y me siguen extasiando canciones como Please to Meet You, un homenaje a sus Satánicas Majestades, The Rolling Stones. Pete recitando con pasión y restallando la guitarra, mientras Susy acolcha con su bajo las ensoñaciones de su chico y le incita con sus coros apenas susurrados. Devil Inside es un remedo de un éxito de sus compatriotas INSX del mismo título, pero la simplicidad rockista de guitarra/órgano/bajo/batería funciona incluso mejor en el caso de Pete Ross and the Sapphire.

Shadow Man es un medio tiempo de luminosa transparencia, a pesar de lo que pueda sugerir el título. Diríamos que Pete abraza el folk-rock y hasta juguetea con el pop en su concepción más naive. Un himno mainstream en toda regla que, viniendo de quien viene, no dará jamás el salto a las radiofórmulas. En Rake, Pete vuelve a ponerse melodramático a base de tambores, y con su voz de barítono parece imprecarnos cual predicador del fin del mundo. En Corinne, Pete rebaja y da descanso a su pesar para pedirnos que le sigamos (come with me/follow me) como en aquel curso de inglés para escolares incipientes de los años 80.

Late Last Night recupera el desequilibrio emocional con su sobria solemnidad. Un ejemplo de canción circular que podría eternizarse en el tiempo. Recitados desgarrados acompañados de arpegios apagados. To the Wind es otro medio tiempo con gran trabajo a la guitarra. Jesus is Gonna Be Here es un blues religioso y esperanzado que nos conecta con los campos de algodón y el origen de todo esto que hemos dado en llamar rock. Corn Silk Hair se emparenta con los cánticos borrachuzos de taberna irlandesa. Sobre unas sencillas notas de piano, Pete construye una melodía de opereta que se eleva más allá de la cotidiana realidad de la chica que da título a la canción.

The Great Mistake es una balada al piano que sirve perfectamente para cerrar este álbum enamorado. Lo peor de todo es que mi compañera en el último metro de la noche, sí que llevaba su vinilo bajo el brazo a modo de triunfo. Posteriormente, me resarciría en otros Conciertos comprando cuarto y mitad del merchandising musical del grupo, léase los Tijuana Panthers, pero esa es carne de otra historia/post.

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