lunes, 30 de mayo de 2022

Andrés Calamaro en el Euskalduna Jauregia (29 de Mayo de 2022)

Entonado y contento, Andrés Calamaro venía de ver ganar al Madrid la víspera su decimocuarta Champions y era cuestión de tiempo (justo antes del Bis) que se metiera en ese charco. Polémica servida sí. Falsa polémica, también. Porque cualquier calamarista de bien habría felicitado a Andrés por el triunfo del Madrid, en lugar de abuchearle. Al igual que, genuino taurino, dio unos pases de pecho con su toalla blanca.

Por lo demás, pintaba bien el inicio del concierto, con un Andrés agradecido al público y recordando su primera visita al País Vasco con Los Rodríguez (en concreto, Barakaldo), así como que hacía cinco años que no tocaba en Bilbao. También hizo alusión a que la Selección Argentina de Messi se encontraba en Bilbao.

Sin embargo, dando la razón a lo que canta en Las Rimas ("no me acuerdo la letra de ninguna de mis canciones"), en Bohemio ni siquiera el teleprompter le sirvió para llevarla a buen puerto. Andrés lo intentó, pero acabó enfadándose consigo mismo y pidiéndonos disculpas tanto al público como a su banda.

En Honk Kong le fue mejor e incluso metió unas teclas al final (que sería la tónica general a partir de entonces), cuando el tema se fundía con el Nowhere Man de Lennon/Beatles. El concierto remontaba el vuelo y Julián Kanevsky nos brindó un solo con bottleneck en Cuando No Estás. Fue justo entonces cuando Andrés aprovechó para presentar a la banda: Mariano Domínguez al bajo, Martín Bruhn a la batería, Germán Wiedemer a los teclados y el mencionado Julián a la guitarra.

A la altura de Rehenes (que comparte álbum con la malograda Bohemio) ya eran historia el congojo/vértigo y la pena/vergüenza ajena que nos había provocado la canción de apertura. Muy bien ejecutada y con Andrés acompañando a las maracas. El cantante había entrado en calor y era momento de quitarse la chaqueta.

Gaviotas también disfrutó de una buena versión. Y Andrés, ya más dentro del concierto volvió a explayarse quejándose de la semanita que le había dado su dentista "Hernán". Si bien hizo un rápido requiebro, por aquello de que sonaba a excusa por sus gambas en Bohemio y se disculpó por parecerse al quejica de Larry David (el cómico estadounidense). 

Media Verónica, también impecable, acabó con un outro de Last Tango in Paris de Gato Barbieri. En Me Arde Andrés reforzó el piano boogie-boogie de Germán. Y vuelta al soliloquio. En esta ocasión, sobre la presencia de los Rolling Stones y Messi, a la vez, en suelo español (y vasco, añadió/rectificó, por aquello de no crear suspicacias ni pisar tierras movedizas).

Ya en plan guerrero, Andrés desenfundó su pañuelo rojo y se lo anudó a la frente para entonar Tuyo Siempre. Que acabó con la facción hooligan (justo detrás de donde servidor me encontraba) coreando OléOléOléOlé, AndrésAndrés. Entonces Andrés lo hizo suyo y nos pidió al público unos Olés por su dentista "Hernán".

Estadio Azteca estuvo de quitar el hipo y poner la carne de gallina. Incluyendo el recitado final extraído de La Vuelta de Martín Fierro de José Hernández: "Gracias le doy a la vida, gracias le doy al señor / Porque entre tanto rigor y habiendo perdido tanto / No perdí mi amor al canto, ni mi voz como cantor".

Y vuelta al trauma del dentista "esta última semana hemos perdido el tiempo y dos muelas". Y como entradilla al siguiente tema mencionó que "es la primera gira que hacemos sin Maradona". Aquí Andrés estuvo a punto de pisarle a Julián el solo de guitarra cuando amagó con meterse antes de tiempo en el último estribillo: "Diego Armando, estamos esperando que vuelvas ...".

Espérame en el Cielo (tango de Paquito López Vidal) fue un regalo para el lucimiento de Germán al piano, a quien Andrés jaleó. En All You Need is Pop Julián partió la pana con su Les Paul Cherry Sunburst (no había tenido suerte hasta entonces con su otra guitarra, una Fender Telecaster negra que, a nuestro entender, no sonaba tan alto/fuerte/contundente como la Gibson).

A los Ojos nos retrotrajo a la época de Los Rodríguez, con Julián otra vez brutal a la guitarra. A Andrés se le veía feliz y hasta se permitió vacilarle con las maracas a Martín "Foo Fighter" (Calamaro dixit) Bruhn, quien para entonces bailaba más que tocaba su batería.

"Dedicamos este Concierto al Público de Bilbao, a la Selección Argentina y su Capitán Leo Messi, a Maradona y a mi Dentista "Hernán". Había transcurrido una Hora desde el inicio. No se Puede Vivir del Amor tuvo final de suspense. Canal 69 (de nuevo Los Rodríguez) evolucionó a Mueve tus Caderas.

"It´s Burning Inside" gritó Calamaro.

Crímenes Perfectos fue otra obra maestra con outro de Carros de Fuego de Vangelis "el Dios de los Teclados, que nos ha dejado esta semana". Como Andy Fletcher, fundador de Depeche Mode ("una banda total de teclados con guitarras"), el batería Alan White de Yes (que sustituyó al original, Bill Bruford) y el actor Ray "Goodfella" Liotta.

Artistas todos "contra corriente" como el mismísimo Andrés y su Salmón (otra interpretación para enmarcar/recordar). Le siguió como un respiro Volver, el tango de Carlos Gardel. A continuación, Flaca fue una experiencia sublime.

Llevábamos casi hora y media de concierto y Andrés volvió a presentar a la banda al completo con idea de atacar el último tramo. De hecho, bajó al "segundo" escenario y se acercó a las primeras filas (entre las que me encontraba) y se despidió "Bilbao nos recibió con Sol y una Champions. ¡¡¡Hala Madrid!!!".

Alta Suciedad fue un excelente cañón y con Paloma llegó el delirio con el público cantando a pleno pulmón las últimas estrofas (desde "Si me olvido de vivir colgado de sentimiento ..."), aunque le fallamos en la de "un sacrificio ritual, bien o mal, quiero hacerle a mi estrella ...".

Ovación en pie del respetable. Y a su vuelta del vestuario para el Bis, Andrés se metió en el jardín de la Champions que describíamos al inicio de esta crónica. Hasta el punto de que los dos temas de regalo quedaron un tanto deslavazados y atropellados por la polémica. Los Chicos, en recuerdo a los amigos que nos han dejado, puntuó sólo correcta, mientras que en Sin Documentos (otra vez Los Rodríguez) pareciera que a Andrés se le había roto/se había quedado sin voz, quizás por exceso de monólogos.

Genio y figura, Calamaro acabó como empezó, entre titubeante y descontrolado, pero creo que no me equivoco al afirmar que tod@s salimos satisfech@s de la faena cuajada por el astro argentino.

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