martes, 22 de enero de 2013

Paseo a Orillas del Mar de Sorolla

Leo una breve semblanza sobre el prolífico Sorolla. En ella, el pintor valenciano aparece como un experto en la conjugación entre la luz, el paisaje y la figura. Y al disfrutar de una galería de imágenes, entre las que figura Paseo a Orillas del Mar, uno se queda extasiado por la luminosidad de los vestidos de las dos mujeres y por la captura del instante en movimiento, como en una foto de Cartier-Bresson.

Me viene también a la memoria la disertación que sobre la "blanquinosidad del blanco" -a cuenta de Murillo y sus frailes de hábitos de un blanco inmaculado- hiciera Francisco Umbral en el arranque de su novela "El Día que Violé a Alma Mahler".

Con su tendencia al exabrupto o la ternura, según le diese -en la novela Alma Mahler es una cabra-, Umbral viene también a colación por su relación con la inminente nueva novela de Manuel Vicent -otro valenciano ilustre como Sorolla.

En "El Azar de la Mujer Rubia", Vicent rememora ciertos pasajes de la transición española desde la nebulosa y por qué no decirlo, láctea blanquinosidad de la memoria del primer presidente de nuestra democracia, Adolfo Suárez, enfermo de Alzheimer.

En el adelanto del inicio de la novela que El País ofrecía en exclusiva en su suplemento del domingo 20 de enero, se comentaba también que, de la mujer rubia, identificada como Carmen Díez de Rivera, Umbral dejó dicho que fue la musa de la transición.

Volviendo a las blancas damas del cuadro de Sorolla -también conocido como Paseo por la Playa-, se aprecia en sus complementos -velos, pamelas, sombrilla- el aire salino al que vencen con sus esbeltas siluetas, así como el juego de sombras al que las somete un día soleado en el levante español, a orillas del mediterráneo.

Tan solo se echan en falta esos niños desnudos jugando en la arena, junto al agua, que tan bien pintó don Pablo.

En jornadas al aire libre Sorolla fijó las figuras con trazos impresionistas -el movimiento derivó hacia el luminismo en el caso del maestro valenciano-, y nuestra retina recrea hoy los contornos por contraste entre el color y la luz, engañada por el ilusionismo y la magia del artista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario