miércoles, 13 de noviembre de 2013

Colección de Cinco Joyas de Rock Utópico

Estos días se habla del repunte de la economía, del abandono de la atonía de la recesión y de la remontada de la crisis. Y aunque los ánimos en la calle no estén aún a la altura de las conversaciones que se mantienen en las grandes cumbres internacionales, no vendría mal aplicarse una dosis de utopía para materializar poco a poco esa resurrección de "Ave Fénix". Desde aquí os invito a degustar 10 joyas de rock que animan a disfrutar del momento o bien pintan mundos de ensueño a los que aspirar.

1.- Precisamente, porque los últimos serán los primeros, empezaré por la canción utópica por excelencia: Imagine de John Lennon. Estamos en 1972 y Lennon ya ha enunciado su célebre "the dream is over", como certificado de defunción de la década prodigiosa y de la era pop/beatle. No obstante, el siempre ácido músico entona al piano uno de los cantos más universales que el ser humano ha compuesto desde el "Himno a la Alegría" incluido en la Novena Sinfonía de Beethoven. Lennon dibuja un mundo sin propiedades ni fronteras, sin guerras, sin cielo ni infierno, donde la población une su pálpito en un único corazón.


2.- Recientemente moría Lou Reed, el judío arisco de Brooklyn, el New York City Man por antonomasia. Y aunque en sus panegíricos ha trascendido más su vertiente Rock and Roll Animal con escenificaciones de chutes de heroína en directo, y el retrato del submundo nocturno de la ciudad que nunca duerme, con transexuales, prostitutas y demás jauría venida de los más recónditos lugares de la América pacata y puritana, y una sexualidad directa que emulaba la literatura bonzo de su admirado William S. Burroughs y demás transgresores beatniks.


Pues bien, el antipático Reed también creó Perfect Day, un encuentro sentimental adolescente, en el que lo que hay es lo que ves ¿o no?, y la pareja no pasa de dar una vuelta por el parque, dar de comer a los animales y disfrutar de una tarde de cine. ¿No es este, acaso, el domingo/día perfecto? Un contenido Lou, deja de lado sus macabras elucubraciones de literato gore y se deja llevar por el Average Guy que atesora en su corazón pequeño-burgués de Coney Island Baby.

3.- Los Pink Floyd de Syd Barrett tienen un lugar privilegiado en el ránking de cualquier crítico musical que se precie. Cuando el cantante, guitarrista y fundador de la banda fue despedido sin contemplaciones por el resto de la banda, hartos de soportar sus incomparecencias o, lo que quizás es peor, desastrosas actuaciones en directo, colgado de un cóctel de LSDs, Purple Hazes, Yellow Submarines y demás drogas psicodélicas, Roger Waters cogió los mandos de la nave y el séquito de seguidores creció hasta niveles insufribles por los elitistas Rock Critics. Pero no por ello hay que dejar de valorar su obra.


Wish You Were Here es un canto a la esperanza y un retrato de la añoranza que despierta en David Gilmour, íntimo amigo de Syd Barrett en su infancia y juventud en Cambridge y durante una temporada hippie en la Riviera Francesa, pensar que su colega habría alcanzado el éxito musical a mediados de los 70s, con el resto de los Floyd, de no haberse quedado colgado de la luna. El diálogo que se establece entre las dos guitarras es sintomático de una relación que murió hace años, pero que la voz cantante de Gilmour se niega a dejar en el olvido y desea rememorar.

4.- Neil Diamond ha estado asociado durante mucho tiempo a un tipo de cantante ñoño que nada tenía que ver con el rock. Un baladista para amantes del rock adulto que todo lo emponzoñaba con su toque empalagoso y dulzón. Pero nada más lejos de la realidad, como ha quedado constatado en sus discos de plenitud.


Lo que, en cualquier caso, ya había demostrado en números como Sweet Caroline. Una entrañable a la vez que tensa celebración del amor hogareño, con el crescendo de las coristas y los vientos, que abren el horizonte de la invernal cabaña con chimenea de troncos y manta de cuadros escoceses a una plenitud primaveral que brota como una explosión de energía y luminosidad difícilmente alcanzables por otros Popes del Pop.

5.- Forever Young de Bob Dylan es un himno a los buenos deseos y perspectivas para una de sus criaturas en edad de crecer. Plagado de "ojalás / may you always", Dylan fija como una tabla de los diez mandamientos unos valores vitales alejados de las convenciones y los atajos fáciles, al revés, el coraje, la constancia, los principios de fidelidad a uno mismo y del trabajo duro, quedan esculpidos en piedra para quien quiera tomarlos como ejemplo.

 

En esta ocasión, Bob se hace acompañar de un alumno aventajado, Bruce "the Boss" Springsteen.

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