jueves, 28 de noviembre de 2013

El Sargento Pimienta de los Beatles

Sergeant Pepper´s Lonely Hearts Club Band de The Beatles es considerado por gran parte de la crítica especializada el mejor álbum de rock de todos los tiempos. Mayormente, quienes así opinan son quienes comparten generación con los propios Beatles, pero no deja de ser un dato a tomar en cuenta. A los que llegamos después, no nos parece un disco tan redondo como se dice. Si bien, contextualizando la fecha en que fue concebido y grabado, hay que reconocer el enorme mérito de la empresa que se plantearon los cuatro fabulosos de Liverpool.

En el año 67 del siglo pasado, The Beatles llevaba dos años creciendo como grupo desde propuestasadolescentes a cimas pop como antes jamás combo alguno había alcanzado. En el 65 cayó Rubber Soul, con una madurez en las letras y una experimentación sónica fruto de su contacto con el Dylan más lisérgico que, según las malas lenguas, fue el primero en ofrecerles un porro de marihuana. En el 66 llega Revolver, seguramente un Lp superior en conjunto al Sargento Pimienta. Pero entonces ¿por qué se empeñan los popes del rock en colocar este último por encima de todas las creaciones? He aquí algunas claves.

A finales de 1966 los Beatles ya habían decidido que no volverían a girar en directo, después de un desastroso concierto de verano en San Francisco fue cuestión de tiempo llegar a esa conclusión. Por un lado, la tecnología acústica no permitía que los músicos se oyesen a sí mismos en el escenario a través de monitores y, por otro, fuera de aquel el ruido de l@s fans era tan ensordecedor que daba igual la calidad del sonido que salía de las voces y los instrumentos del grupo, porque resultaban inaudibles debido a la escasa potencia de amplificadores y pantallas.

Por si fuera poco, la carrera por el reinado discográfico se había vuelto feroz, gracias a la participación de originales y ocurrentes competidores como The Beach Boys, quienes habían dejado verdaderamente epatados a los mismísimos Beatles con su álbum Pet Sounds. A la velocidad de vértigo en que se desarrollaban los acontecimientos en la década de los 60s, tamaña afrenta significaba un desafío que la banda de Liverpool no podía tardar en aceptar en forma de nuevo disco. Así que concentraron todas sus energías en el proceso de grabación dentro del estudio, probando todo tipo de cacharros y tecnologías emergentes a su alcance, que les permitiesen innovar y crear sonidos que hasta entonces era impensable que pudiesen ser reproducidos por el ser humano.

Si a todo esto le añadimos el marchamo de obra conceptual que Paul McCartney quiso imprimir al nuevo ciclo de canciones del grupo, nos encontramos ante la obra maestra del rock por antonomasia. Un bombazo desde su publicación que empieza con la canción que da título al álbum Sargeant Pepper´s Lonely Hearts Club Band. Fue tal el impacto en la comunidad musical que, apenas dos días después de salir a la calle, Jimi Hendrix ya hacía una cover del tema en uno de sus bolos.


Sobre un ruido de fondo como de público de teatro ocupando sus localidades, McCartney se arranca a grito pelado sobre la guitarra incendiaria de Harrison. Y presenta a la audiencia la banda del club de los corazones solitarios del Sargento Pimienta. Entre alabanzas por la emoción y el placer que supone estar allí y deseos de que el respetable -encendido entre olas de ovaciones y aplausos cerrados- disfrute de la actuación, la última proclama de Paul da paso a With a Little Help from my Friends, para que Ringo se luzca en su particular número cedido por la pareja compositora Lennon-McCartney.

El líder Lennon no se deja ver hasta la tercera pista del disco. Con una entonación lisérgica que se confunde con una ácida guitarra que parece llegada de la Costa Oeste californiana, John desgrana una especie de historieta onírica que el propio autor justificó como su particular viaje de Alicia al País de las Maravillas a partir de un dibujo realizado por su hijo Julian que lo describió como "Lucy in the Sky with Diamonds". Si bien los estudiosos de la banda advirtieron el acrónimo LSD en las tres principales palabras del título y dieron pábulo a la leyenda de que el disco había sido concebido bajo el influjo de todo tipo de sustancias psicotrópicas (¿y del trabajo qué?).


A continuación, Paul liga tres canciones de su cosecha. A la alegre Getting Better -algo así como el progresa adecuadamente de la educación española-, plagada de agudos trallazos guitarreros, le sigue Fixing a Hole, un tema menor, pero repleto de hallazgos sónicos que beben de las aportaciones que los músicos de rock americanos estaban introduciendo con el descaro y arrojo propio de su dominio instrumental.

She´s Leaving Home está a la altura de otras baladas de Paul como Yesterday o Eleanor Rigby. Entre colchones de armonio y nubes de algodón en forma de arreglos orquestales, el abandono del hogar de una joven adolescente, deja a sus padres consternados e ignorantes de cuál había sido su error porque, como bien dice John en el coro, nunca habían hecho otra cosa que ocuparse de ella a costa de sacrificar su propio bienestar.

A continuación, Lennon, con su particulares histrionismo y sarcasmo, simula un mundo como de parque de atracciones y nos sumerge en la presentación de un número circense en Being for the Benefit of Mr. Kite!, con efectos de tíovivo incluidos y la magia de la farándula y el funambulismo a flor de piel.

El turno de George Harrison llega con una canción de aire hindú titulada Within you Without you. Entre esencias de sándalo y toques de sitar, la melodía fluye en un nivel de conciencia como de maestro yogi. Aunque también se adivinan las volutas de marihuana, resulta monocorde en comparación con la variedad de sonidos y colores desplegada por la paleta de Lennon-McCartney. Es quizás el tema que peor ha envejecido y chirría un tanto en el conjunto del Lp, máxime cuando dobla en extensión a otras composiciones más originales. Hubiera sido un buen single con su envolvente mantra y las reminiscencias de mandalas indias que en el vídeo adjunto cobran vida en forma de imágenes caleidoscópicas.


When I´m Sixty-Four es un juego de premoniciones y cábalas en el que Paul se disfraza de music-hall para adivinar cómo será su vida cuando sea un honorable jubilado. Con esta canción, McCartney abre la veda a integrar en el rock este género de entretenimiento británico, tan del gusto de grupos genuinamente isleños como los Kinks o Queen, y que Ray Davies y Freddie Mercury cultivarían posteriormente con especial predilección.

Lovely Rita continúa con la celebración de la vida versión Paul McCartney y es una excelsa muestra del buen momento de forma que atravesaba la pareja compositiva titular.

Good Morning, Good Morning es una ocurrencia de John, que imita irónicamente el positivismo de los diferentes animales de granja alborozados ante la llegada de un nuevo día. Y hace el símil con el gregarismo que invade la vida del hombre moderno, cada vez más domesticado.

Con la repetición del tema que da título al álbum, parece que finaliza el pase del espectáculo protagonizado por la Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque es entonces cuando se nos muestra el que, en mi opinión, es el número estelar del Lp: A Day in the Life. Canción a la que, a pesar de haberle dedicado un post en exclusiva en este mismo blog, no me resisto a volver a glosar. Lennon identifica un día en la vida con retales de actualidad entresacados de las noticias.Un ejercicio de cotidianidad británica a la altura del Ulises de James Joyce.

La guitarra acústica se funde con los aplausos del número anterior, y la entrada del piano con la voz de John ponen los pelos como escarpias: I read the news today oh boy ...; y dejan a las claras que lo que vamos a escuchar a continuación no es de este planeta. La entonación es como de ultratumba, como si hablase la voz de la experiencia, el padre de Hamlet sentando cátedra desde el más allá. Los redobles de tambor de Ringo dan aún más solvencia y crédito a las palabras de John, como grabándolas con todos los honores en letras de molde sobre la pared. La turbulencia sónica de la orquesta da pie a un interludio en el que Paul introduce un pasaje doméstico. Tras el que John entona desde el más allá una queja de alma en pena que quiere escapar del limbo en que se encuentra. Para retomar la primera parte de la canción con la orquesta y la banda a pleno rendimiento: I read the news today oh boy ...; hasta el clímax apoteósico final.

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