miércoles, 4 de diciembre de 2013

Live at the Cellar Door de Neil Young

Por cortesía de El País, he tenido ocasión de escuchar repetidas veces estos días Live at the Cellar Door, el nuevo álbum que Neil Young publicará para el mercado navideño. Al igual que Bob Dylan en su serie Bootleg, el bueno de Neil también está sacando material de archivo, grabaciones que en su día eran pasto de piratas y que ahora edita bajo el epígrafe Archive Performance Series.

Como muy bien indica Iñigo López Palacios en su artículo, en esta ocasión los temas están sacados de seis actuaciones en directo que Young ofreció en 1970 en el pequeño club de Washington que da nombre al disco. Neil calentaba motores para la gira de presentación de su esperado nuevo álbum tras su paso por la macrobanda Crosby, Stills, Nash & Young, After the Gold Rush, por entonces aún sin publicar. Por esa razón, la mayoría de las canciones de Live at the Cellar Door remiten al disco recién horneado: Tell me Why, Only Love can Break your Heart, After the Gold Rush, Birds y Don´t Let it Bring you Down. Eso sí, interpretadas en solitario y en acústico por Neil, y alternando la guitarra con el piano en los diferentes números. Para mí también ha sido un hallazgo identificar después de tantos años este pequeño club como el lugar al que Neil se refiere cuando en The Needle and the Damage Done de Harvest canta aquello de `I heard you knocking at the Cellar Door´.

Por otra parte, en la grabación se palpa la atmósfera familiar y cercana de la pequeña audiencia a la que van dirigidos los conciertos. Si bien, el mayor parlamento de Neil no se produce hasta el final, justo antes de la canción de despedida, la extraña, drogota y hasta donde yo sé inédita Flying on the Ground is Wrong. En su introducción, Neil hace referencia al bajón que suele sufrir tras cantar Down by the River y cómo lleva cerca de un año dándole duro al piano, mientras juega a sacar extraños sonidos del Steinway de cola que ha exigido por contrato, por aquello de mostrarse excéntrico, vacila, y se pregunta irónico qué pensará el público de que con tan escasa pericia instrumental pretenda ganarse la vida tocándolo.

No obstante, el mayor atractivo del disco, al margen de su extraordinario dominio de la guitarra de Neil, es su valor como pieza musicológica. Aunque Dylan ya nos tiene acostumbrado a ello, es la primera vez que me ocurre con Young, excepción hecha de algún Lp pirata al que ya había tenido acceso. Me refiero a que este tipo de publicaciones documentan a las claras el ciclo creativo y la labor compositiva de songwriters de su talla. Porque junto a las citadas, se pueden escuchar y conviven perfectamente con aquellas, canciones que verán más tarde la luz en el exitoso Harvest (1972), caso de Old Man, o en el más tardío aún On the Beach (1974), como See the Sky about to Cry, junto a novedades -al menos para mí-, como Expecting to Fly o Bad Fog of Loneliness.

Un ejemplo más de que las mentes inquietas de los artistas de la era analógica no paraban de crear, otro tema era que la industria musical constreñía la publicación de sus composiciones a diez o doce canciones por año debido al formato nada barato del Lp, con su disco de vinilo y su funda de cartón. Entre nuestros músicos, el gran Quique González -recientemente premiado por la revista Rolling Stone como Mejor Álbum Rock del Año por su último trabajo Delantera Mítica-, es fiel continuador de esta herencia y recuerdo haberle visto en el Antzoki de Leioa pasándose con destreza del piano a la guitarra y viceversa, para ofrecer un recital intimista y de hondo calado confesional.

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