martes, 17 de diciembre de 2013

Rompiendo Moldes: La Leyenda del Tiempo y White Light White Heat

Estos días se reeditan dos álbumes rupturistas. En 1968, la Velvet Underground publicaba White Light / White Heat, un disco que cambiaría los cánones del rock para muchos de los músicos que triunfarían en la década de los 70s, David Bowie entre ellos. Por su parte, en 1979, un Camarón que ya era mito del flamenco, se adentra en terrenos mestizos y adopta una instrumentación rock que los puristas considerarían una traición en toda regla, pidiendo que les devolviesen el dinero gastado en un disco al que llamaron de todo menos flamenco. En un proceso inverso al que se produciría en las navidades de 1991, cuando la chavalería americana descambiaba en las tiendas sus regalos para llevarse el Nevermind de los Nirvana.

 

No deja de ser paradójico que un flamenco de los pies a la cabeza como el guitarrista Paco de Lucía -tío a la sazón de Malú, gran artista por derecho y célebre coach de La Voz- fuese uno de los inductores de la incursión de Camarón en las arenas movedizas del flamenco-pop, vía que luego aprovecharían con más fortuna combos como Ketama. Y es que a finales de los 70s, el público flamenco, no estaba aún preparado para semejante sacrilegio, introducir pianos, guitarras y bajos eléctricos y baterías en los palos más clásicos del género, como esta, por otra parte, reconocible La Tarara.


Si bien, nuevo ropaje aparte, las nuevas composiciones son académicas y podrían haber tenido cabida en cualquiera de los LPs anteriores o posteriores del genio de la Isla. Aunque lo cierto es que el propio Camarón fue muy sensible a las críticas y, al parecer, le pidió a su productor dejarse de experimentos y volver por los fueros más tradicionales en las siguientes entregas de su arte. Como muestra un botón, la más reconocible melodía de la canción que da título al álbum.


Los propios Planetas homenajearían a Camarón en su Leyenda del Espacio, trufando con acordes de rock lisérgico los viejos palos del flamenco.


El recientemente fallecido Lou Reed, junto con su compinche John Cale, la lió bárbara con White Light / White Heat, el segundo álbum de la Velvet Underground, una vez abandonada la tutela, producción y mecenazgo del ídolo pop Andy Warhol, que habría edulcorado, en su opinión, su primera entrega -el famoso disco de la banana-, imponiéndoles la voz melodiosa y armónica así como la icónica presencia de la cantante y modelo alemana Nico. Bowie se sintió identificado con las corrientes y descargas de electroshock que Reed recibiera de joven de "luz blanca / calor blanco" a instancias de sus padres, para corregir su carácter rebelde y curar su supuesta homosexualidad.


La pareja compositora se lanzó a una lucha de egos sin árbitro que acabó en un "tour de force" en toda regla, con canciones que deslumbraban por la agudeza literaria de Reed, que se atrevió con truculentas historias como The Gift, hasta entonces ajenas al rock, y por el concepto sonoro de Cale, quien influido por La Monte Young y John Cage, agredía literalmente los oídos de la audiencia, a base de repeticiones, distorsiones y muros de sonido disonantes, rayando en ocasiones la cacofonía como en Sister Ray.

 Algo aprendieron de todo esto, hasta los mismísimos Nirvana.

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