lunes, 22 de septiembre de 2014

Rock and Roll Actitud

Cada vez tengo más claro que ni la clase política ni los medios de comunicación se enteran de la misa la media. Llevan años haciendo oídos sordos a los cambios que internet ha introducido en la forma en que el ciudadano medio percibe el mundo. Y ahora les da por decir que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, es populista.

Vamos a ver si nos aclaramos, populista es Esperanza Aguirre. La lideresa del PP saca partido mediático hasta de su altercado con la Policía Municipal. Falta o delito -eso lo dirimirá el juez- que le sirve de exposición mediática donde se muestra como víctima de una oscura maniobra de acoso y derribo, mientras aprovecha para postularse como candidata a la Alcaldía de Madrid. Por no hablar de su intervención telefónica en directo en el programa de La Noche de la Sexta para contrarrestar los argumentos del "populista" Iglesias. Por seguir con UPyD, populista y demagoga es Rosa Díez, quien se define en negativo -en contraposición a los nacionalismos periféricos y a su anterior partido, el PSOE-, sin aportar nuevas ideas al debate político. En este caldo de cultivo a los asesores de comunicación e imagen de Pedro Sánchez les ha entrado el canguelo, y han empujado al líder del PSOE a que salga en los media más allá de los minutos por partido político pactados en el Telediario. Y de ahí su paseo por Sálvame, El Hormiguero y Viajando con Chester, con éxito dispar. Eso sí, Sánchez, tras su epifanía y como recién caído del guindo, proclama y expande la buena nueva de que hay que poner al ciudadano en el cogollito de la cosa esta de la política. Sin ni siquiera dejar fuera a los mismísimos seguidores de Sálvame. Pero es pan para hoy y hambre para mañana. Por si aún no se han enterado les voy a dar una pista, Pablo Iglesias no es sino un hijo de su época -de la era de la marca personal. Un tiempo en el que no se puede seguir permitiendo que gente mediocre aupada desde grupos de interés -que prefieren peleles manipulables a verdaderos líderes y donde la endogamia y la consanguinidad son una lacra- sigan meciendo la cuna de una democracia cada vez más impedida e imperfecta. La ciudadanía reclama líderes que vayan de frente, sin deudas ni peajes, sin intermediarios y que le llamen a las cosas por su nombre, sin eufemismos. Ha llegado el momento de abandonar la condescendencia con la Constitución -esa criatura crecidita que alumbramos hace más de 35 años- y permitir que madure de una vez y se emancipe de las rémoras que atenazan su libertad. Si eso es ser populista, pues sea. Pero que conste que ya es marea. Y, por si no lo sabían, el palabro ya no cuela como arma para desacreditar ni a Podemos ni a Pablo Iglesias.

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