jueves, 18 de septiembre de 2014

Confesiones de un Bebedor Empedernido

Lejos quedan los tiempos en que plumas egregias como la de Thomas de Quincey (Confesiones de un inglés comedor de opio) y Charles Baudelaire (Los paraísos artificiales) confesaban sus vicios más ocultos, no sin cultivar su arte literario.

Aquí en España, Antonio Escohotado fue un digno aprendiz del género. Sin embargo, ahora actores como mi tocayo Gerard Depardieu o modelos como Kate Moss revelan en primera persona o por persona interpuesta sus excesos con el alcohol sin gusto ninguno. En el caso del francés, un tráfago inagotable de bebidas en cantidades que podrían tumbar a un elefante, mientras que la top model inglesa se decanta por el vodka / naranja. Dice su biógrafo que porque el médico de la Moss calificó este combinado como el menos perjudicial para su cutis. De poco le sirvió a Keith Richards este consejo para librarse de tener la jeta más arrugada que un higo paso. Eso sí, Keith tiene en su debe no haberle ido a la zaga al anteriormente mencionado de Quincey en su afición a la heroína. Sustancia a la que hasta Quique San Francisco ha admitido que estuvo enganchado durante tres años. Acreditando así las leyendas urbanas que alimentó durante parte de su carrera en la que acumulaba retrasos, desplantes, morcillas y pérdidas de papeles para desesperación de sus compañeros de reparto. Esto viene a confirmar que para "ser sublime sin interrupción" (Charles Baudelaire) como para pedalear sin descanso, se precisan sustancias que permitan mantener el ritmo, aunque sea artificialmente ... Aunque para vicios, el del mismísimo rey del artificio, David Bowie, quien aparece retratado en una biografía reciente como un depredador sexual, si bien los fans del "Thin White Duke" preferimos imaginárnoslo como un Dorian Gray o un Benjamin Button. Claro que para descumplir años, nada como el photoshop con el que la revista Hola ha agraciado a las amiguísimas Carmen Martínez Bordiú e Isabel Preysler.

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