martes, 23 de septiembre de 2014

Supersuckers

Domingo 21 de septiembre. Kafe Antzokia de Bilbao. En menos de hora y media los Supersuckers descargan su rock and roll canónico como un tsunami. Con su efecto superventosa, primero nos succionan hasta el cerebelo y luego lanzan nuestros despojos contra su muro de sonido cósmico.

Destrozados y satisfechos por igual tras deleitarnos con su pose y actitud. La batidora/turmix de los Supersuckers/Supermamones es un tornado en acción. A la batería, el demoledor Christopher "Chango" von Streicher impertérrito a los tambores, acaba el concierto escurrido en su propio sudor. Le acompaña en la sección rítmica el Superlíder Eddie "Spaghetti" (Edward Carlyle Daly III), el único miembro estable de la banda desde su creación y estupendo émulo de Lemmy "Mötorhead" Kilmister. Entre "motherfuckers", "fuck ups", "spaniards", cuernos, pistolas y guitarras en alto, desgranó su cancionero con una puesta en escena epatante. Guitarras Gibson Les Paul doradas de muchos kilates, camisetas negras, pantalones y gorro vaqueros, botas camperas, cinturones con hebillas de filigrana. El escenario se queda corto y la presencia constante de los tres "frontmen" en los límites del mismo enardecía a los fans. Que filman los punteos de Dan "Thunder" Bolton en primerísimo plano. En el otro extremo del tablado, el guitarra rítmica "Metal" Marty Chandler se aventura a bajar las escaleras del Antzoki. Mientras reta en duelo de aceradas hachas a Dan vía "larsens" que hacen las delicias del público. Hasta el himno "Never Let Me Down Again" de los astros del technopop, Depeche Mode, da miedo (I´m taking a ride with my best friend, y por ahí) y atruena entre ruidos que se asemejan a una retroexcavadora o una apisonadora. Se masca la tensión cuando los autoproclamados "The Greatest Rock´n Roll Band in the World" (con permiso de sus satánicas majestades, The Rolling Stones, todo sea dicho) parecen no estar demasiado a gusto con el escaso público (un par de cientos a lo sumo) y la nula respuesta a las peroratas sureñas de Eddie. El de Tucson/Arizona saca la "wishlist" de Dan "Thunder" por su cumpleaños y sugiere que le convidemos a unos tiritos de cocaína. En fin, droga por compasión. Ante la nula comprensión del respetable presenta a la banda con cameo del "Domino" de Van Morrison incluido y se prepara para la despedida. A pesar de lo cerril de nuestra actitud, nos premia con media docena de bises en dos tandas, sin abandonar el estrado en ningún momento. Pura esencia de rock and roll.

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