miércoles, 14 de octubre de 2015

La Red

La reunión comercial en La Red se desarrolló por los cauces habituales. A la salida, Alexia le invitó a Zigor a tomar un refrigerio en la salida del café. Los números del último trimestre han sido horribles, le tiró su Directora a bocajarro mientras Zigor se quemaba los labios con el vaso de plástico.

Armando [el Propietario de La Red] había fichado a primeros de año una Directora Comercial [Alexia] y un Comercial Senior [Zigor] en un intento desesperado de frenar la caída de resultados. Pero las ventas, lejos de repuntar, se resentían mes tras mes en plena crisis. En concreto, las cifras de verano habían sido la puntilla.

- Armando me ha exigido que despida a una persona del departamento. Me he negado en redondo.

A Zigor le entró el tembleque y derramó unas gotas de café en el suelo de sintasol antes de contestar.

- No te preocupes por mí. Para nada me pilla de sorpresa. Me suena el final de la canción. El último en llegar es el primero en salir, como en el método LIFO de gestión de almacenes. A fin de cuentas, nos pongamos como nos pongamos, somos carne, mera mercancía.

Alexia negó la mayor. Se encargaría de hablar con Armando y defendería a su gente con uñas y dientes.

Septiembre fue aún peor. La confianza del equipo de ventas se había venido abajo. Para mejorar el ambiente, La Dirección había decidido implantar una aplicación en la nube para gestionar la relación con clientes [CRM]. Entre los comerciales pronto trascendió que, en realidad, se trataba de otra vuelta de tuerca más de control.

Zigor no se dio por aludido cuando, en la siguiente reunión comercial, Armando criticó sus entradas en la nueva herramienta.

- Las visitas son insuficientes. Y la información extensa, pero falta de interés. Deberías haberte ceñido a consignar los datos verdaderamente relevantes. Además, dijimos de que había que alimentar el CRM en línea y las fechas de tus reportes son posteriores a las visitas.

Comentarios similares se sucedieron a lo largo de las reuniones comerciales que se celebraban con puntualidad británica todos los lunes a las ocho de la mañana. En último lunes de Octubre, un atasco de tráfico hizo que Zigor se retrasase diez minutos en llegar a la oficina. Pidió disculpas nada más entrar en la sala de reuniones, pero enseguida cayó en la cuenta de que la suerte, en su caso, estaba echada.

Armando peroraba en tercera persona, sin señalar a nadie en concreto, sobre tres operaciones perdidas que llevaban su nombre y apellido como responsable comercial de esas cuentas. Alexia, sentada a su derecha, sabía tan bien como Zigor que las acusaciones de Armando eran falsas. Pero, lejos de defenderle, hizo mutis por el foro cuando le entró una llamada de móvil de un cliente con quien estaba a punto de cerrar una importante transacción.

Con asombrosa sangre fría, su cerebro reptiliano se puso en guardia. Pisaba terreno pantanoso, las arenas movedizas bajos sus pies habían empezado a abrirse. De la noche a la mañana, el paradigma había cambiado y se sintió como un pulpo en un garaje. Le habían desautorizado en su manera de gestionar las cuentas. Así que se puso en sobreaviso, a modo prevengan, listo para realizar un ataque preventivo y salir huyendo. Antes de dar la gran espantada optó por lanzarse, metafóricamente hablando, a la yugular de Armando.

Para entonces, Armando abusaba del nos mayestático y Zigor aprovechó para despotricar contra las últimas decisiones de La Dirección. Se lo jugó todo a la carta catastrofista. Por ese camino La Red se dirigía al abismo y otras perlas del mismo tenor.

Al día siguiente, tenía la Carta de Despido Improcedente esperándole en su mesa. Entregó su portátil y su iphone y pasó a mejor vida. No hubo motivos que ilustrasen el despido ni surcaron el aire reproches por ninguna de las partes. Todo había sido dicho con anterioridad. Zigor firmó su finiquito en el despacho de Armando y se despidió hasta más ver. Una mala racha la tiene cualquiera y aquella no había hecho más que empezar. Como Alexia estaba visitando un cliente esa mañana, quedó con ella a la salida del trabajo para comentar la jugada.

P.D.: unos meses después, Alexia engrosaría junto a Zigor las listas del paro e incluso coincidieron en una entrevista de trabajo para el que Alexia resultó justamente seleccionada.

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