viernes, 1 de junio de 2012

I´m Your Man de Leonard Cohen



En este disco Leonard Cohen revistió sus enfáticas, secas y desnudas canciones con un traje multicolor de los 80s, un poco de brillantina aquí, mucho complemento por allá y unas baterías de esas que dan por saco, pero que al señor Cohen le quedaron como los trajes de Adolfo Domínguez -sí, los de la arruga bella- al típico visitante de comercio que se pasa el día en la carretera y entre bares.


First We Take Manhattan marca el tono general del disco, y aunque Cohen recita más que canta, ya se encargan las coristas afroamericanas de poner el resto.

Es un tema entre apocalíptico y predictivo de un futuro que se presume a la vuelta de la esquina.

En Ain´t No Cure for Love, Cohen se pone romanticón en plan cínico, esto es, como aquel que no creyendo en el amor, le vaticina difícil cura.

Everybody Knows tiene arreglos de cuerda con aires griegos y aquí sí que Cohen básicamente nos cuenta / habla como un viejo maestro de escuela, sermoneándonos y pontificando de todas aquellas verdades que se supone ha ido recolectando aquí y allá en su experiencia de vida, para nada fútil.

En I´m Your Man, Cohen se ofrece a una chica de carne y hueso como su hombre, su único hombre. De hecho, enumera todo tipo de caras en que ella podría desear que se metamorfosease y le promete hacerlo, para que no se le escape.

En fin, humildad y arrogancia, señas de identidad del señor Cohen.

Take this Waltz, homenaje a Federico García Lorca, es una entrañable melodía muy bien orquestada, y el recitado de Cohen es precioso, y nos emociona especialmente cada vez que declama el estribillo.

Quizás por eso los coros nos dejan atónitos, por lo delicado, y hacemos mutis por el foro del escenario con Cohen, sin tan siquiera darnos cuenta de que hemos sido abducidos por la magia del habla de este hombre.

Jazz Police es un tema extraño en la discografía de Cohen, en él deja que el productor experimente con los instrumentos de última generación a su disposición -sintetizadores, cajas de música-, en esa década fantástica -80s- de nuestra juventud, pero de la que también nos hemos sentido avergonzados más de una vez.

I can´t Forget es un relajado medio tiempo en clave de calypso o algún otro ritmo de origen jamaicano o similar, con leves toques de vientos, que nos va sedando a medida que pasa el minutaje, y es como si la palabrería de Cohen no tuviese en esta ocasión ningún objetivo / mensaje concreto, sino más bien enredarse en la paradoja del título.

Tower of Song cierra el disco con la elegancia habitual de Cohen, y nos sumerge en un críptico mundo del que parece que no tuviésemos posibilidad de escapar, un poco como los personajes de Kafka frente a sus destinos, encerrados en la tela de araña de la burocracia, o bien dentro de prosaicos edificios que no tienen dueño, y ni tan siquiera un ogro de cuento.

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