miércoles, 13 de junio de 2012

Venus y Marte de Sandro Botticelli

Vivimos tiempos convulsos, tiempos inciertos, el mejor y el peor de los tiempos, en palabras de Dickens en su celebrada novela Historia de Dos Ciudades.

Y uno no puede menos que acordarse de esa dicotomía clásica que enfrenta al Amor / Venus y a la Guerra / Marte.


De poco nos sirve quejarnos de la escalada de la prima de riesgo, de los especuladores que juegan a invertir subvirtiendo la soberanía de los países con sus triquiñuelas en Bolsa, siempre al borde de la legalidad, en las fronteras de la moralidad, pero amparados por el estado de derecho, que indefenso, se muestra incapaz de frenar la sangría que semejantes pécoras y chupópteros causan en sus debilitadas entrañas.

Con este panorama veraniego, en que se juegan, además, Eurocopa y Olimpiada, qué mejor que unir a los países periféricos PIIGS en una especie de amistosa confraternización que nos deje en mejor lugar que la posición que ocupamos a ojos de los sacrosantos mercados, y de las oligárquicas organizaciones internacionales encargadas de dar y quitar, calificar y clasificar, según sus diferentes categorías de solvencia, deuda, liquidez, y demás zarandajas de corte macroeconómico o bien meramente bancario.

Semejante conjunto de oráculos, nos retrotrae a la Grecia y Roma de múltiples divinidades, todas ellas dadas a conceder y otorgar favores o bien negarlos y retirarlos, en un cúmulo de despropósitos que no hacían sino sumir al común de los mortales en una desidia paralizante, pues nada dependía, en apariencia, de ellos, sino del destino y del capricho de sus dioses.

 El italiano Sandro Botticelli -cuando aún no existía Italia como tal, entiéndaseme- pinta a una Venus / Diosa del Amor, que vela el sueño del belicoso Marte / Dios de la Guerra, se supone que después de haber amansado a la fiera, vaya usted a saber cómo. Sátiros y Faunos contemplan la escena, como espectadores activos, ¿será este cuadro una alegoría del destino de Europa?

El beligerante e impetuoso Estado Español yace víctima de sus excesos con el ladrillo, mientras los organismos de control europeos e internacionales velan por el buen fin de los efectos inducidos de la inyección de miles de millones de euros al sistema bancario español, no sin pensar / dudar si serán suficientes para que el belicoso diosecillo cambie de actitud y hábitos como para volver a la senda del crecimiento sostenible sobre fundamentos más sólidos y diversos que el asfalto, el ladrillo y el hormigón.

Los sátiros / faunos de la viñeta, parecen las anteriores víctimas propiciatorias de la crisis que nos asola, Grecia, Irlanda y Portugal, mientras que el pintor italiano no deja de ser un mandado que pinta este encargo con el consuelo de estar fuera del cuadro, por ahora, pero quién no le dice que más pronto que tarde tenga que emborronar la pieza con una figura adicional que represente su inclusión en el club de los países intervenidos, digo, rescatados.

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