miércoles, 13 de junio de 2012

Todo Llegará de Rebeca Jiménez (Cara B)

En esta Cara B de Todo Llegará, Rebeca Jiménez empieza con el tema que da título al disco.

Una canción en la que Rebeca hace balance de lo que ha dejado atrás, y con la vista puesta en el futuro, ese destino que la vida nos deparará, pero que Rebeca está dispuesta a ganarse a pulso, sin que nada ni nadie se interponga en el camino que ella se ha empeñado en trazar y seguir de antemano, hasta sus últimas consecuencias.

Nefertiti Blues nos sorprende por lo que tiene de parecido con su perfil egipcio en la fotografía de la portada. Por otro lado, se trata de un medio tiempo entre hierático y bluesy.

Avión en Picado comienza con valentía a capella con el piano, y en ella Rebeca repasa una vez más los instantes finales de su rota relación con Quique González, que el común amigo de ambos, Carlos Raya, remacha con sus toques de slide guitar y un solo pleno de desazón y desasosiego, sentimientos que encajan perfectamente en la temática de la letra, mientras Lucía se dobla a los coros con angustiados desgarro y griterío. Y por más explicaciones que Rebeca reclama a su contrario, no parece que al otro lado la comunicación sea su fuerte.

Para Volar retoma los números enérgicos y vibrantes del disco, Rebeca canta al amor sin ninguna prevención respecto de su anterior ruptura, sino con espíritu de despegue y vuelo, sin dudas sobre lo bueno que el amor deparará a su vida. Para ello, elige tonos mayores, mucha caña, mucho desparpajo, y una sección rítmica apoyada por un piano vivaracho que todo lo envuelve y lleva el peso armónico, hasta que la guitarra nos recuerda quién manda cuando hablamos de melodías solistas.

Me Emborraché de Ti nos devuelve a la Rebeca convaleciente, la que sufre de amor y lo ahoga, metafóricamente, en alcohol, noches desoladas y amaneceres con cristales rotos, disparatadas ocurrencias para evitar el dolor, para asimilar el rechazo y abandono derivados de la quiebra de la relación sentimental.

Acaba de Empezar cierra el disco con la esperanza más absoluta, y la alegría de la libertad reconquistada, esas noches interminables que se agotan entre nuevos amigos y situaciones imprevisibles de descontrol y sin sala de espera, si bien uno nunca sabe cómo acabarán esas fases de extroversión y rock and roll, pues se pueden eternizar y tornarse costumbre y rutina, resultando contraproducentes para la cura que pretenden prestar, y qué mejor que un solo acústico para librarnos de tanta intoxicación etílica.

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