martes, 9 de octubre de 2012

Crónica de una Muerte Anunciada

Recientemente, me he atrevido a glosar de refilón una novela de Mario Vargas Llosa -Los Cuadernos de don Rigoberto. Así que me siento en deuda con otro Premio Nobel de la narrativa hispanoamericana, Gabriel García Márquez. En este caso, la excusa o muletilla sobre la que apoyarme, no es otra que el perjuicio que ocasionan los dimes y diretes, los chascarrillos y murmuraciones de correveidiles y alcahuetes.

En fin, aunque Crónica de una Muerte Anunciada es un dechado de concisión y comprime en su escasa extensión de novela corta, temas más universales que el cotilleo, lo cierto es que Santiago Nasar acaba muriendo a manos de un recién casado, despechado porque se dice / se sabe / se comenta que fue Santiago Nasar quien desposó primero a su supuestamente virgen esposa.

Aparte del trasnochado y terrible asunto de la honra, todo un pueblo asume la responsabilidad subsidiaria de entender y conocer que, la sospecha sobre el culpable del flagrante delito apunta en una única dirección, Santiago Nasar, y lejos de poner freno al desaguisado, los fados se confabulan para que la sentencia sin juicio se cumpla irremisiblemente.

No podemos acusar a Gabriel García Márquez, y por eso lo desvelo, de jugar al suspense, pues ya en las primeras páginas nos cuenta la muerte de Santiago Nasar. Y ahí, precisamente, reside el arte de esta novela, en que aún sabiendo el final, nos atrape con su prosa medida y precisa, informativa y especulativa a un tiempo, de ahí la denominación de crónica en su título, pues en origen se trata de una reconstrucción periodística.

Ester mismo tema de los rumores y la maledicencia, en forma de pasquines, es la base de La Mala Hora, otra novela de Gabriel García Márquez anterior a Crónica de una Muerte Anunciada. Asimismo, Javier Marías nos habla en Tu Rostro Mañana - Fiebre y Lanza sobre lo inapropiado de determinados comentarios en tiempos de guerra y de inseguridad nacional frente al enemigo, así como en tiempos de paz, cuando la filtración de conversaciones inoportunas puede poner en tela de juicio la solidez de las democracias parlamentarias.

También yo me he permitido la licencia de empaquetar mi particular hoja de ruta de los últimos meses en un relato que he llamado Miscelánea Vitae, con el desempleo y la crisis de fondo. De modo que quienes os halláis incorporado tarde a la navegación os podáis ahorrar algunos de los primeros posts -o bien os enganchéis sin remedio al blog, ¡quién sabe!

Por último, otra píldora musical / canción repelús -esta tortura no va a durar para siempre, ¡descuidad!- cuya melodía, si no recuerdo mal, está fusilada del clásico It´s All Right, que popularizara el genio del soul Sam Cooke -otro tema será que, en mi voz / guitarra, sea reconocible-, aliñada con una letra en línea con el motivo del post, esto es, más cercana al I Heard It Through the Gravepine de la estrella de la Motown, Marvin Gaye, y que Santiago Auserón, con su hermano, supo captar en espíritu en su versión en castellano como Las Malas Lenguas.

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