Parece que, al igual que Trent Reznor, en su Downward Spiral, estemos en el interior de un bucle diabólico que no hace sino descender a los infiernos descritos por Dante.
Aquel disco finalizaba con Hurt, un alegato de dolor contenido y compungido arrepentimiento por el desgraciado destino del protagonista / cantante, que veía que cual moderno Midas invertido, cuanto tocaba se echaba a perder, y aquellos a quienes quería acababan inmersos en un proceso de fatalidad y autodestrucción.
Ya los arreglos minimalistas de la versión original, resaltaban la crudeza y hastío de la confesión, junto con la sensación de culpa de quien ignora la solución al problema que sabe nace en él y se expande a su alrededor sin remisión, cual epidemia endémica.
Sin embargo, la versión que Johnny Cash -a pelo con la guitarra y su vozarrón de más solera que el más longevo whisky de malta en barrica de roble francés- grabara con Rick Rubin a los mandos en la producción para el sello discográfico American Recordings -American IV: The Man Comes Around- simplemente te deja pegado en el sitio, pues el alegato del dolor que arrastra un rostro, y una personalidad como la de Johnny Cash, comunica de forma creíble el fondo del tema y le da un cariz más humano que diabólico, si cabe, y le va como anillo al dedo.
Todo esto venía a cuento de la espiral de descrédito y desconfianza que nos envuelve a la ciudadanía española cuando vemos que al escándalo de la bancarrota de Bankia le sucede el póker de tahúres para pasar de puntillas por encima de este asunto, mientras le reclamamos a Europa a través de nuestros responsables políticos con la gallardía y donosura que caracterizó al latin lover en los 70s, que qué hay de lo nuestro, que la boda hace tiempo que se consumó y que ya se están retrasando con la barra libre.
Pues va a ser que no, señorito, que se acabó lo de las fiestas a escote, y que si queremos volver a disfrutar de nuestro esplendoroso pasado reciente, vamos a tener que penar en el desierto de la renuncia y austeridad, abstinencia y penitencia, sin que nuestro gracejo y capacidad para engatusar suecas nos valga con la alemana que lleva la batuta de esta Europa que, cada vez más, es una colectiva Novena a la Alegría según partitura de nuestro admirado Ludwig van Beethoven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario