Uno recuerda todo esto a medida que viaja en una travesía interestelar de la mano de Enrique Bunbury y su Lady Blue, un trasunto de la Space Oddity de David Bowie pasada por su etapa más Ziggy Stardust.
Aunque para odiseas verdaderamente interesantes, nada como El Viento a Favor del propio Bunbury.
Un compendio de lugares comunes en la difícil asignatura del aprendizaje vital. A unas guitarras líquidas y funky que se disuelven por momentos en un trabajo minimalista salpimentado de arpegios y arabescos les toman el relevo unos vientos y unas cuerdas muy bien traídas que remachan con fuerza la frase principal. En un símil de lo que la insistencia, persistencia, trabajo duro y empeño significan en la persecución del éxito profesional. Una guía de autoayuda que invita a aguantar hasta que los elementos externos acompañen, pero esta espera ha de ser activa y atenta, lista para reaccionar como un resorte o muelle ante el más mínimo atisbo de mejoría.
Momento que quizás ha llegado para nuestra economía y que deberíamos aprovechar individual y colectivamente para remontar el vuelo y despojarnos de los ropajes de un invierno que dura ya demasiados años. Saltemos y brinquemos como si nos hubiesen pinchado en el culo con mil alfileres, y que ello sirva de acicate para recuperar una ilusión y esperanzas que hemos ido abandonando en el camino de descenso a ninguna parte. Las señales están ahí para quien quiera verlas, así que basta de lamernos las heridas y de mirar para otro lado como si la desgracia y la fortuna fuesen siempre elementos ajenos a nuestra actuación y nos viniesen dadas sin posibilidad de hacerles frente y enmendarles la plana.
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