lunes, 24 de marzo de 2014

Love the Way you Lie de EMINEM con Rihanna

La verdad de las mentiras es un libro de Mario Vargas Llosa en el que el escritor y Nobel peruano desentraña lo que de cierto y real hay tras la panoplia del arte. Obras diseñadas como artefactos que ocultan entre su exuberante arquitectura patrañas y engaños, pero también verdades como puños. Desvelar la magia que oficia el orfebre de palabras, traducir a lenguaje común el secreto reservado para unos pocos eruditos requiere de un ejercicio de divulgación a la altura de los sabios.

Pero la ficción, lo imaginado, lo onírico y soñado no son sino la semilla de cualquier obra de arte que se precie. También la mentira, ese grano de deshonestidad que germina en perla o vergüenza, dependiendo del medio y el personaje. Así, en películas como La flor de mi secreto, de Pedro Almodóvar, o Cosas que nunca te dije, de Isabel Coixet, el engaño indulgente crece hasta tornarse catástrofe en forma de desamor o tragedia.

 
Love the way you lie, de EMINEM con Rihanna ahonda en esa brecha. Una relación de pareja que hace aguas y preferimos salvar con mentiras antes que perder a la persona amada. Sin embargo, cuántas veces nos arrepentimos por saber demasiado, cuando hubiera bastado una mentira piadosa para tranquilizar nuestra conciencia y dejar que el tiempo hiciera el resto.


Mentir es regatear, hacerle una finta a una realidad que nos duele y a los interpelados, que pensamos que nos volverán la espalda si les contamos la verdad. Un atajo de corto recorrido, porque más pronto que tarde se vuelve en contra de uno mismo. No podemos evitar querer saber. Sincerarse implica en ocasiones dolor.


A pesar del prestigio que se ha ido labrando en nuestra sociedad, quedan reductos reservados a la buena educación en los que la verdad abrupta y sin edulcorantes sigue raspando los oídos y erizando la piel. Convendría recordar que no es sólo que la verdad ofenda, sino que la ofensa puede ser infligida por la forma en que aquélla es transmitida. Una última perspectiva es la del paciente que, ignorante de la gravedad del mal que le aqueja, se sobrepone a la adversidad y, sin embargo, una vez conoce que su enfermedad es incurable, lo asocia a una sentencia de muerte y asume su final sin plantar cara ni luchar contra lo que considera su inevitable destino y ni siquiera trata de esquivarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario