Parece que en estos tiempos vertiginosos de corta / pega y de escaso tiempo para la reflexión y la distancia larga, vuelve a cobrar fuerza la dinámica del relato corto, del requiebro inverosímil pero próximo al cotidiano devenir de nuestros días.
Teniendo en cuenta estos considerandos, la colección de relatos que Simona Vinci nos ofrenda es una pura delicatessen, a degustar en tragos cortos pero selectos, con el agridulce sabor tras cada final condensado en un bucle trazado con pluma en el aire pesado de una siesta de estío.
Refrescantes cuentos que nos van dibujando como en un caleidoscopio todas y cada una de las facetas y perspectivas del amor/sexo, ya sea el amor materno-filial como en Agosto Negro, la masturbación en A Solas, la necrofilia en Carne, el fetichismo en Cosas, etcétera.
Lo mismo adoptando una voz masculina que una femenina, Simona Vinci se aventura en terrenos espinosos, en procelosas aguas, en las tierras movedizas de la convencional moral comúnmente aceptada.
Todo un hallazgo, muy recomendable, ahora que se aproxima la Feria del Libro de Madrid en su habitual ubicación del Retiro.
Personalmente, también he hecho mis pinitos en el relato corto, aunque nada comparable en calidad con el ejercicio de estilo de nuestra admirada Simona Vinci.
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