martes, 20 de marzo de 2012

La Venus que se quitó el Wonderbra

Dijo llamarse Ana, y lo primero que llamó la atención de Juan fueron sus dos pechos puntiagudos de erectos pezones pugnando por salirse del wonderbra bajo la camisa empapada en agua de lluvia. Para asombro de Juan y, sin previo aviso, la chica procedió a desnudarse armoniosamente de cintura para arriba, su cándida faz entre rubores y arreboles.

Gratamente sorprendido por la invitación, Juan deslizó sus ojos por aquel busto de escultural belleza, deleitándose en sus graníticos pechos rematados por unos pezones broncíneos, y regodeándose en su marmóreo abdomen. De repente, un escalofrío recorrió la espina dorsal de Juan, y sintió una molestia en sus pulmones, mientras disfrutaba de la nacarada visión de la desnudez de la muchacha. Por último, un dolor agudo e incisivo se instaló en la parte izquierda de su pecho, y cayó fulminado en su blanca y sombría palidez en el mortal abrazo de Ana.

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