jueves, 22 de marzo de 2012

On the Beach de Neil Young

En la época de On the Beach Neil Young pasa por una fase complicada, estamos hablando de mediados de los años 70s y, si en algún momento de su trayectoria, bien con Buffalo Springfield, bien en su primera etapa en solitario, Neil estuvo quizás adscrito al movimiento hippie, a estas alturas el sueño se ha tornado pesadilla y Neil se encuentra en un momento anímicamente bajo. A la pérdida de su amigo Danny Whitten, en quien se inspiró para escribir The Needle and the Damage Done (Harvest), le seguirá un periodo negro en el que compone Tonight´s the Night. Pero la compañía discográfica aparca esta grabación en su archivo por considerarla demasiado oscura y depresiva, y saldrá On the Beach en su lugar, que no le va a la zaga en cuanto a crudeza.

Walk On abre el disco con un mensaje de ánimo y esperanza, a modo de autosugestión para seguir peleando a la contra, mientras Neil ajusta cuentas con quien habla sin saber y le echa en cara precisamente bajas como la de Danny Whitten. Neil se excusa con argumentos propios de su edad madura, como que cada uno es mayorcito para correrse sus farras por la noche y aun así ganarse bien la vida por el día, y el que se queda colgado por el camino tiene su parte de responsabilidad, obviamente, y no vale de nada culpar al entorno, la mala vida, las malas compañías. Cada uno es libre para tomar sus decisiones y eso no se puede cambiar desde fuera por muchos consejos que se repartan.

Las guitarras alegres y danzarinas de Neil, abiertas en acordes mayores y con un sonido sincopado, como de querer tirar para adelante a pesar de la tirantez con que se encuentran tensionadas, se alinean perfectamente con el espíritu de la canción, haciendo continuas piruetas y transmitiendo esa alegría y energía necesarias en momentos de desaliento, cuando devolvemos los golpes que nos da la vida con la valentía y el coraje precisos para poner al mal tiempo buena cara.

La base rítmica la forman Billy Talbot, pespunteando al bajo, y Ralph Molina, moviendo la batería, con su sobriedad y solidez proverbiales, quienes más adelante resultarán imprescindibles, ya como Crazy Horse, siempre que Neil decida liberar su lado salvaje, como hace en Walk On, pues se trata de una de las canciones más ácidas y corrosivas de On the Beach.

Si bien, la palma se la lleva el Stray Gator Ben Keith, aportando sus florituras a la slide guitar, como trinos o gorjeos que amansasen la rabia apenas contenida de Neil, quien no cesa de lanzar guitarrazos indignados y escupe salivazos al micrófono porque no soporta que hablen mal de él a sus espaldas.

Estamos seguros de que nuestro admirado Quique González ha tenido en cuenta interpretaciones como ésta al grabar su excelente Daiquiri Blues.

También nos intriga el misterio que se esconde tras la grabación de una canción que, al reproducirla en el equipo de alta fidelidad de nuestro salón, nos parece que tenemos a la banda en nuestra propia casa, que basta con esperar al último acorde de guitarra para ponernos a la cola y solicitar un autógrafo a cada miembro de la banda.

Quizás David Briggs, a la producción en ésta y otra pieza del disco, For the Turnstiles, tenga su parte de mérito, y así lo consignamos en señal de reconocimiento.

Arranca See the Sky about to Rain con el piano Wurlitzer y la voz de Neil, sin banda, en una tesitura musical premonitoria, pues amenaza lluvia y la expectativa anímica no es para nada halagüeña, sino más bien de tristeza rayana en melancolía.

Cuando entra el combo, Levon Helm de The Band hace un trabajo encomiable a los platos a la vez que golpea con rotundidad la batería, y el instrumento solista corre a cargo de la slide guitar de Ben Keith, de nuevo magistral como en Walk On.

A la tercera estrofa, la voz de Neil se quiebra y se desborda la emoción, llueve por fin y, lejos de resultar un molesto inconveniente, Neil corea y toca una catártica danza de celebración, como de corro de las patatas en medio del campo. Ben Keith sienta cátedra una vez más y hasta Joe Yankee mete baza con su festiva harmónica.

Encontramos parentesco de sonido y ánimo entre See the Sky about to Rain y números de Tonight´s the Night como Mellow my Mind o Tired Eyes.

Revolution Blues es una dura pieza de denuncia social que arranca muy arriba, con el combo al completo, figurando David Crosby, con su guitarra rítmica en permanente discusión con la guitarra solista de Neil. Por su parte, Rick Danko y Levon Helm de The Band se muestran implacables al bajo y la batería, respectivamente, y Ben Keith les acompaña al piano Wurlitzer.

Y tras el enfrentamiento y la reivindicación, la calma y cierre de la primera cara del long play original con For the Turnstiles. Neil y Ben Keith se marcan un exquisito mano a mano de banjo y dobro que es una delicia para paladares sofisticados.

De nuevo con David Briggs a los mandos de la grabación, las cuerdas dicen su verdad a escasos metros del oído, y Neil y Ben lanzan atrevidos gritos, aun a riesgo de desafinar, en beneficio de la pureza de este country-blues.

Vampire Blues abre la Cara B, y podría servir para completar un hipotético sencillo con Revolution Blues ocupando la Cara A.

A destacar la labor de Ben Keith al órgano, y de George Whitsell a la guitarra rítmica, con esos rasgueos contenidos que opacan la vibración de las cuerdas a la vez que enmudecen su sonido.

Aquí Neil se suelta con uno de esos solos epilépticos a que nos tiene acostumbrados, entre la arrancada de caballo y la frenada de burro Neil nos acaba atrapando en su onda con su insistencia y fijación en dos o tres notas.

On the Beach dibuja el desolado panorama personal de Neil, desde su retiro en la playa adonde ha llegado tras abandonar la ciudad, poco menos que por prescripción facultativa, Neil evoca estampas de una fase depresiva en la que es muy probable que aún se encuentre sumido, pues la canción suena ralentizada y espesa, como si transcurriese en una cabeza dañada por el embotamiento y la desazón propios de una tristeza infinita.

Neil cuenta que en una ocasión concedió una entrevista radiofónica y acabó quedándose solo ante el micrófono en el estudio. En otro episodio, Neil no consigue encontrar la casa de un amigo baterista al que tenía que llevarle unas baquetas.

Neil reconoce que, como artista que es, se debe a su público y necesita de masas de gente que le aclamen en sus conciertos, pero hay días en los que se siente incapaz de enfrentarse a esta realidad. Y, lo que es definitivo, aunque es consciente de que sus problemas son un sinsentido, esta asunción de la levedad de los mismos no basta para que desaparezcan o bien consiga resolverlos.

Todas las estrofas se repiten en un ejercicio de lunática obsesión, y Neil cierra como abre, con una desesperanzada frase, la tierra gira, pero espero que no se dé la vuelta.

La guitarra de Neil repiquetea cual campana de réquiem, cuando no se regodea en sentidos y desquiciados punteos, y Ben Keith juguetea con la percusión de mano, con redobles aquí y allá que funcionan como anticlímax de la historia que Neil nos está contando, y contribuyen a la sensación general de caos psíquico.

Motion Pictures comparte productor, Al Schmitt, con la anterior On the Beach y la siguiente Ambulance Blues, así como la aportación de la batería de mano, en este caso a cargo de Ralph Molina. Además, cuenta con la colaboración de Rusty Kershaw a la slide guitar, quien también escribe una nota en la que afirma que su música contribuyó a la sanación de Neil.

Motion Pictures fluye con la tranquilidad de una mañana soleada en nuestro retiro preferido, donde nos hemos instalado convalecientes, poniendo tierra de por medio con el diario devenir de nuestras obligaciones, y aprovechamos para tomarnos un respiro, revisar nuestras prioridades y reflexionar sobre cuáles van a ser nuestros siguientes pasos en esta vida. Neil parece susurrar de lo bajo que canta, como si se tratase de una nana, y remata el número a la armónica.

Para terminar el disco, Ambulance Blues es una de esas novelas río en clave acústica, una serie de notas circulares que se expanden más allá del tiempo y el espacio, muy al estilo de Dylan en monumentos como Desolation Row o Sad Eyed Lady of the Lowlands.

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