martes, 18 de septiembre de 2012

No es lo Mismo de Alejandro Sanz

No sé si alguna vez te has encontrado con que la imagen que refleja el espejo no coincide exactamente con la foto que mentalmente te habías hecho de ti mismo. En esos momentos suelo decirme que he crecido, y consulto mi calendario personal para comprobar cuándo fue la anterior ocasión en que ocurrió semejante prodigio.

Ahora mismo, mientras busco trabajo de manera activa, no consigo sentirme identificado con ninguna de las ofertas de empleo que las empresas cuelgan de los diferentes portales del ramo, y pienso, será que me estoy haciendo mayor. Que me expliquen cómo puede ser que alguien titulado y sin experiencia domine varias lenguas. O que se exija titulación con experiencia a una edad tan temprana que resulta prácticamente imposible haber acumulado semejante biografía en tan pocos años de vida.

En fin, todo esto venía a cuento de que repasando varios títulos de Dylan, My Back Pages -oh, pero era tan viejo entonces, ahora soy mucho más joven-, It Ain´t Me, Babe -no soy yo, nena, aquél que buscas-, me he sentido identificado con la esencia de ambas frases, más allá del contexto de cada una en sendas canciones del álbum Another Side of Bob Dylan. Y uno se plantea cómo puede ser que en lo mejor de su carrera profesional, no sea válido para ejercer un trabajo, y se desprecie su aportación como si fuese una obsoleta maquinaria improductiva. La sensación de distancia respecto del mercado laboral, tan cruelmente venido a menos, se torna poesía en labios de Calamaro -como los cristales rotos de tu espejo interior-, y así es como uno vaga -por no decir, deambula- de entrevista en entrevista, hasta que el último rescoldo de amor propio le hace reflexionar que quizás el mercado no está buscando gente con mi perfil, que soy yo mismo con mi mecanismo quien, contra viento y marea, debo ponerme en el mercado con los medios de que dispongo -autoempleo, emprendizaje, formación, reciclaje-, sin esperar a que el empleo por cuenta ajena acuda a mi rescate y me dé cobijo contra la tormenta -Shelter from the Storm, en palabras viejas del viejo Bob.

Con esto no quiero ponerme melancólico ni echarme a los pies de los caballos, pues tras esta constatación es cuando uno lo ve claro y diáfano y, sin pensármelo dos veces -Don´t Think Twice, It´s Alright, que diría el gurú Dylan-, decido lanzarme a la piscina, labrarme un futuro que no veo escrito en ningún muro, como el joven Dylan se animó a componer sus propias canciones porque las que oía en su época no le hablaban de él ni de los anhelos que toda una generación a su alrededor ansiaba. Bajo esta premisa, y tal y como vengo haciendo tozudamente desde este mi cerco, diré que siento una especial predilección por las nuevas formas de transmitir información y de ejercer una profesión tan relevante, a la vez que denostada, como es el periodismo. Sí, confieso que aspectos como la edición de contenidos, o los nuevos perfiles de profesionales en la web -social media, community manager-, surgidos al albur de Internet y las modernas formas de relacionarnos, y que están de rabiosa actualidad, me resultan atractivos y cercanos.

Por ahí considero que puede estar mi valor diferencial, y desde aquí me emplazo a perseguir mi objetivo que, desde ya, y para abrirme futuras puertas profesionales, pasa por una formación específica en las áreas comentadas. Y es que No es lo Mismo morir con la industria que pelear a la contra y, como le sucede al salmón, nadie dijo que nadar a contracorriente fuese fácil, pero me temo que no me queda otra, así que a coger fondo, resistencia y a cargar las alforjas con mucha, muchísima paciencia -propia y ajena, que de ambas necesitaré para emprender el camino que se abre ante mis pies.

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