jueves, 10 de abril de 2014

La Distancia Adecuada de Christina Rosenvinge

Qué difícil es guardar la distancia adecuada, canta con razón Christina Rosenvinge. Entre uno y los demás, y más si cabe cuando se trata de una expareja. Vocalmente Christina alterna el falsete con una manera percutida de cantar que proyecta los sentimientos mejor que otros chorros de voz que andan por ahí desmadrados.


Limpio minimalismo a las seis cuerdas, distorsión/echo/reverb en el hacha de Christina, y un colchón de bajo y batería sobre el que se edifica con solidez la melodía. Brotan los primeros acordes de la canción cual trinos campestres recibiendo la restallante luminosidad de un día soleado, y Tu Labio Superior ya se emparenta con el fluido mercurial que Dylan escuchaba en su cabeza a mediados de los 60s y creyó plasmar en Blonde on Blonde con tríadas de pura cosecha Nashville. Christina susurra y nos mete en un bucle maravilloso que deseamos jamás termine, el tiempo/instante de un tormentoso romance atrapado en un presente continuo de melancolía, dominación y juegos de poder ambivalentes, que acaba a lo Jeanette. Escucho a Christina cantar  esa señorita que rima conmigo y me sorprendo a mí mismo haciendo adivinaciones cabalísticas sobre posibles triángulos amorosos con su pareja y la mencionada señorita que, intuyo, es más una sustancia ilegal que una tercera persona. Me retrotraigo a la gozosa Chas! de la época de Alex y Christina, y alabo el giro hacia la madurez que la artista ha sabido dar a su carrera. El tratamiento de las cuerdas y los recorridos chirriantes a lo largo del mástil conectan con la mejor americana de hoy en día, Micah P. Hinson, The Jayhawks, los mismísimos Wilco, y por ahí. De entre mis sintonías, y salvando siempre abismales distancias, quizás sea Porcelain la que tenga una mayor cercanía.

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