viernes, 4 de abril de 2014

Presidenta a la Fuga

Debería estar prohibido decir aquello de yo no he cambiado, sigo siendo el mismo. No es correcto. Porque vivir es mudar y más nos vale que evolucionemos con el paso del tiempo. Cambiamos de forma de ser y de pareja, mudamos de piel y de amistades. Nos sentimos felices y orgullosos, pero también nos desesperamos y entristecemos sin motivo. El viento sur se nos sube a la cabeza y sufrimos de mal de altura al elevamos por encima de nuestra cota habitual. Está más que científicamente probado el influjo de la luna y las mareas sobre nuestro diario devenir. ¿Y no cambiamos? Más bien, al contrario, somos seres mutantes. En continua adaptación al medio y a las circunstancias.Y si no que se lo pregunten a Esperanza Aguirre.

Un día azote de corruptos y defraudadores y al siguiente infractora ella misma de las más básicas normas de urbanidad y civismo. Su expresión "multita y bronquita" ha tenido su momento de gloria en las redes sociales. Y quien más quien menos se ha atrevido a glosar la metedura de pata de la expresidenta de la Comunidad de Madrid y actual presidenta del Partido Popular madrileño. Hasta la alcaldesa de la capital del reino, Ana Botella, ha salido al paso del desafortunado incidente protagonizado por Espe con la policía municipal y la ha criticado duramente, porque "la ley es igual para todos". Vendettas internas aparte, lo cierto es que la huida de Espe, derribo de moto policial incluido, pasará a los anales del despropósito. En su fuga, la lideresa del PP dejó tras de sí su dignidad y arrogancia características.

No pareció importarle, porque enseguida reclamó respeto y expandió a los cuatro vientos una versión de los hechos que, lejos de justificar su actuación, la dejaban en peor lugar aún. Genio y figura, su prepotencia nunca está de vacaciones. Hasta en medio de las situaciones más adversas, Espe conserva su ramalazo y su gracejo de rompe y rasga. Sus formas raspan, pero a ella le da igual. A fin de cuentas, ella es y encarna una autoridad con mayúsculas a quien el pueblo debe respeto y admiración. Que una quiere darse el capricho de aparcar en el carril bus para sacar dinero en el cajero más próximo, pues se lo regala y a correr. Claro que luego llega el guardia con la multa y hay que ser consecuente y hacer un "sin pagar". Salir escopeteada como alma que lleva el diablo, ajena a los requerimientos del agente y derribando en la huida cuanto se interpone en su camino. Se debe de creer que no podemos vivir sin ella. Pero yo le diría que ha llegado la hora de poner distancia, pues uno se cansa de ver cómo un día sí y otro también, los políticos se arrogan derechos desconocidos para el común de los mortales.

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