martes, 8 de abril de 2014

Waterloo de ABBA

Se cumplen 40 años del triunfo de ABBA en el festival de Eurovisión de 1974 en Brighton con Waterloo.  Recuerdo que la retransmisión del festival era un acontecimiento familiar que no nos podíamos perder en torno a aquellas televisiones en blanco y negro. Con José Luis Uríbarri de sempiterno y acertado locutor.

La cortinilla del himno europeo sonando en cada conexión/desconexión. Y las puntuaciones finales en varios idiomas. Además, los días posteriores al evento, la radio programaba hasta la saciedad la canción ganadora, con lo que el éxito de ventas estaba garantizado. De hecho, sobre la derrota de Napoleón ante el Duque de Wellington en Waterloo, ABBA edificó su imperio. Fueron los Beatles de los 70s, plagiando en muchos casos melodías y formas que resultaban más atractivas y rompedoras en las voces y vestidos de dos compositores suecos del montón y sus despampanantes parejas. Benny Andersson (el gordito de barbas al piano, casado con la pelirroja Frida Lyngstad) y Björn Ulvaeus (el guitarrista feuchillo, casado con la rubia Agnetha Fälskog) supieron captar las ganas de diversión del momento con una música para todos los públicos que lo mismo gustaba a padres que a hijos.


En Waterloo se establece un paralelismo entre la derrota bélica de Napoleón y la pérdida de una batalla sentimental librada a cara de perro, pero en la que se deslizan frases como siento que gano cuando pierdo. Lo chocante es la alegría desbordante con la que el grupo interpreta el tema en su actuación en directo para el certamen.


Aunque, personalmente, soy más fan de The Winner Takes it All, en el ocaso de una carrera que hacía aguas. Un tema que reflejaba, precisamente, las guerras intestinas en el seno de ambas parejas y que llevarían a la disolución del grupo. La canción se mueve entre el cínico desengaño (dime si besa como yo, si sientes lo mismo cuando él te llama que cuando yo decía tu nombre) y la nostalgia de la seguridad y calidez del hogar perdido (estaba entre tus brazos pensando que esa era mi sitio). Atentos al puente del cuarto minuto de la canción y el desgarro con el que Agnetha lanza el grito de despecho final. Cuando parecía que ambos amantes habían acudido a una cita para hacer las paces y romper su unión civilizadamente. La banda y los coros inician una cabalgada épica hasta la dilución total del tema con uno de los mejores toques a la batería y chaston que he escuchado jamás, a mayor gloria del difunto Ola Brunkert.

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