miércoles, 14 de mayo de 2014

Astral Weeks

Buceando en la red me he encontrado con preciosos cortes, aparentemente oficiales, del concierto que el gran Van The Man Morrison ofreció en el Hollywood Bowl de Los Ángeles en noviembre de 2008 recreando su mítico álbum de 1968 Astral Weeks.


 

La puesta en escena es espectacular, y la versión de sus canciones exquisita. Comienza con la canción que da título al disco. Astral Weeks nos produce una sensación de viaje de retorno al vientre materno. Las cuerdas arropan una melodía que baila cual criatura en placenta y tiene una textura sedosa y suave, como de fibra natural, sin artificio. La improvisación, como la vida misma, se adueña de la estructura de la canción, que se deja permear por las ocurrencias de los intérpretes, estimulados y constreñidos por el León de Belfast y sus gruñidos cálidos o destemplados, según proceda.


Beside You sigue adentrándonos en ese idilio con el pasado en un lugar mental fuera del espacio y fuera del tiempo. El viejo Van parece una rara avis entre tanto músico de conservatorio, con su peculiar forma de aporrear la guitarra y su agresiva dicción. Pero su sola presencia indica a las claras quién manda sobre el escenario y domina la actuación.


Sweet Thing es una de mis preferidas, por sus violines danzantes y su ritmo sostenido, un tanto más vivo que las anteriores canciones. Así como por su descarada carnosidad y sensualidad. Un canto al hedonismo y epicureísmo más rabiosos.


Cyprus Avenue está asociado con recuerdos de juventud del artista y el despertar del sexo. Unas experiencias que más tarde retomará en Madame George y que supone, en mi opinión, uno de los culmen del álbum. La canción evoluciona fresca como una mañana de primavera y nos lleva a través de esa avenida de cipreses y mansiones donde Van se solazaba al caer la tarde, luchando con sus demonios personales.


The Way Young Lovers Do tiene incluso estructura de single en un disco donde el minutaje mínimo por canción ronda los cinco/seis minutos. Como si fuese su particular Romeo y Julieta, Van canta con especial delicadeza cuando se trata de describir el amor romántico entre dos jóvenes.


Sin duda mi favorita, lejos de la sordidez de las casas de citas, Madame George es una prostituta con quien Van se inicia en el sexo en clave años 60 en una ciudad irlandesa y católica como Belfast. Como en una película del destape, el cantante rememora estampas y escenas entrañables que se enmarcan con naturalidad en la vida cotidiana de un joven inquieto por descubrir nuevos horizontes personales, dentro y lejos de su ciudad natal.


Ballerina insiste en el asunto sexual del tema anterior. En los miedos y las dudas que atenazan al joven en el umbral de la puerta de la prostituta. Donde, por otra parte, sólo tiene que tocar el timbre y tiene a su bailarina a disposición. La música es más versátil si cabe que en el resto del disco, como si imitase la danza de un espíritu libre.


Slim Slow Slider, sobre una novia que nos deja, pone el broche de oro a una epopeya maravillosa de iniciación a la vida adulta. Lo que en literatura se denomina novela de formación o de aprendizaje. La obra que le valió a Van Morrison para reubicar su carrera en solitario in another time, in another place. Y es considerada hoy como un pilar y pieza fundacional de la música popular con mayúsculas. Desde entonces, hemos escuchado al león de Belfast prodigar su rugido por todo el mundo, y ojalá siga así por muchos años.

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