viernes, 2 de mayo de 2014

20 Años de BritPop

Más allá de la típica disputa por reducción al absurdo entre Blur (londinenses) y Oasis (mancunianos) -remedo de la falsa rivalidad entre Beatles (liverpulianos) y Stones (londinenses)-, personalmente preferí moverme en los límites del BritPop, degustando bandas como Pulp, The Verve y Ocean Colour Scene.

 

Common People de Pulp es un himno que sirve como reivindicación del origen proletario del movimiento. El grupo de Sheffield se ocultaba detrás de estrafalarias vestimentas, muy a la moda, pero su líder Jarvis Cocker es uno de los más reconocibles de aquellas bandas. No sólo por su elevada altura y delgadez, sino también por sus gafas de pasta. Un especimen puramente británico que se ganó alabanzas de la mismísima Chrisye Hynde. La cantante de Pretenders llegó a decir que Cocker era el compositor más agudo y mordaz de su generación.


Bittersweet Symphony de The Verve es uno de esos casos en que una canción queda por encima de la relevancia y fama de la banda que la gestó, de quien perfectamente podríamos ignorar el nombre pero siempre recordaremos la melodía. Una de esas One-Hit-Wonder-Band. No obstante, su líder Richard Ashcroft no tiene nada que envidiar en cuanto a personalidad destroyer a los polémicos gallos del corral, Liam Gallagher (Oasis) y Damon Albarn (Blur). Este éxito será también recordado por el final de la película Crueles Intenciones, la adaptación contemporánea de finales de los 90s del clásico Amistades Peligrosas.


The Circle de Ocean Colour Scene encierra una reflexión más bucólica y campestre de la vida moderna. Un punteo rebosante de positivismo y unos arreglos emparentados con los mejores Beach Boys remarcan la nostálgica entonación de Simon Fowler. Una composición coral que puso en el mapa a este grupo de Birmingham que militó en la segunda división del BritPop.

Entre mis melodías repelús, deudoras del rock americano, ésta es la que mejor encaja en este britpost.

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