Aprovechando el punto de vista narrativo de un enfermo mental, Manuel Vázquez Montalbán ajusta cuentas en 1994 con el Comunismo, el Psicoanálisis, el Enciclopedismo, esto es, con una élite intelectual / científica que ha dominado el siglo XX pero, a punto de expirar el siglo, sigue sin tener respuestas plausibles para la mayoría de las grandes preguntas que la humanidad se plantea.
Por supuesto, los mencionados gurús tampoco han sido capaces de marcar una línea divisoria entre la norma y la excepción respecto a la salud mental, convención tan al albur de las diferentes sociedades y épocas.
El Estrangulador está dividido en dos partes, una primera más libre y aparentemente loca donde el pensamiento del protagonista vuela sin control, y una segunda más "razonada" en la que el propio enfermo va desenredando las proyecciones y asociaciones que trenzó inicialmente.
De tal forma que, al final, aunque la condena penal impuesta exige su cumplimiento en un sanatorio clínico, el veredicto literario queda en cierto modo abierto, pues no queda claro dónde acaba la cordura y comienza la enfermedad.
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