domingo, 22 de abril de 2012

The Piper at the Gates of Dawn de Pink Floyd (Cara A)




The Piper at the Gates of Dawn de Pink Floyd es una de esas obras seminales que ampliaron las miras de la psicodelia, un fenómeno hasta entonces underground y cuya puesta de largo con este álbum supuso la eclosión del movimiento a escala del gran público rock, abriendo las puertas a otros muchos grupos que se adscribieron al movimiento.






Se da la paradoja de que los primeros Floyd, liderados por la visionaria y fantasiosa inspiración de Syd Barrett, anárquico estudiante de artes en Londres procedente de Cambridge, tenían el contrapeso voluntarioso, disciplinado y estructurado en la base rítmica cimentada por dos estudiantes de arquitectura, Roger Waters, también de Cambridge, al bajo y Nick Mason, proveniente de Londres, a la batería, dejando el contrapunto melódico al componente con mayor formación musical del grupo, Rick Wright, también londinense.






La historia cuenta que un disperso e inconstante aunque genial y vanguardista Barrett, llevó a este trío de esforzados trabajadores de la música con serias limitaciones compositivas, tanto en música como en letra, a embarcarse en un viaje interestelar u odisea espacial que los puso en el mismo centro de la escena alternativa del Swinging London, comandado hasta entonces con mano férrea por el mediático y ficticio enfrentamiento Beatles versus Stones.




Entre los veranos de 1966 y 1967 se sucedieron espectáculos como "Pink Floyd Films and Madness", su participación en el documental sobre la incipiente escena underground "Let´s All Make Love in London" o actuaciones en el UFO, local donde actuarían durante una temporada como grupo estrella / residente, y que significaría para Pink Floyd lo que el Cavern para The Beatles o el Marquee para The Rolling Stones.





Después llegarían las primeras grabaciones, singles como Arnold Layne / Candy and Currant Bun, See Emily Play / Scarecrow, hasta la publicación en Agosto de 1967 de The Piper at the Gates of Dawn.

A finales de año, sin embargo, la mente de Syd Barrett quebró y cayó víctima de una profunda crisis nerviosa cuya cura requirió su internamiento en un sanatorio. No obstante, a primeros de 1968 sería apartado del grupo por sus compañeros debido a su manifiesta incapacidad para seguir funcionando tanto en directo como a nivel compositivo.



Al parecer, el carismático cantante, guitarrista y compositor había estado alimentando su mente psicótica a base de un cóctel compuesto por ácido LSD, Mandrax y estimulantes ante su cada vez más frecuente exposición pública por la creciente fama del grupo.

La solución pasó por llamar a un viejo amigo de Syd, el también guitarrista de Cambridge, David Gilmour, pero esta es ya otra historia.



Astronomy Domine se abre, entre ruiditos de nave espacial y conversaciones de la tripulación, con un riff muy naive, típico del imaginario de Syd.

Su voz aguda de timbre metálico y pronunciación genuinamente británica, junto con las estratosféricas series de acordes e inauditas escalas de los imprevisibles punteos, nos transportan a una cuarta dimensión, en la que los teclados ponen el punto oriental que no podía faltar en todo nirvana lisérgico que se precie.

Por su parte, la base rítmica se limita a acompañar el viaje, que no es poco, con una combinación de irritante batería a base de platos chirriantes y una línea de bajo eminentemente percusiva.


Lucifer Sam, por su parte, comienza con un riff más académico liderado por las cuerdas graves de la guitarra, pero en seguida se expande hacia originales derivaciones de la mano de los acordes de guitarra de Syd, entre sentencias cuyo significado se nos antojan juegos de palabras inescrutables.


Para cuando llegamos a Matilda Mother, ya nos suenan algunos de los recursos compositivos de Syd, pero en esta ocasión nos sorprende con un recitado enfático a modo de perorata, para después sacarse de la chistera un interludio a cargo del órgano Farfisa de Rick quien ejecuta una tonada de inequívoco aire árabe, y el número finaliza como arrullados por la hipnótica voz de Scherezade en uno de sus cuentos de las 1.001 noches.

Flaming es un fantasioso número de juegos y enigmas como sacado de Alicia en el País de las Maravillas, ejecutado bajo un ropaje de efectos múltiples y al ralentí, entre percepciones propias de un viaje de ácido.


Pow R. - Toc H. es un corte instrumental con voces eminentemente efectistas en su inicio, si bien pronto predomina el piano de Rick sobre el colchón de la base rítmica aportada por Roger y Nick, no en vano es el primer número del disco en el que los cuatro componentes del grupo comparten la autoría.

La desintegración del esquema compositivo llega, como no podía ser menos, de la mano de la guitarra de Syd, si bien la pieza retoma temporalmente la paz de piano, bajo y batería, para acabar entre un cierto caos musical.

La Cara A de The Piper at the Gates of Dawn finaliza con Take Up thy Stethoscope and Walk, una canción de Roger de gran empuje y velocidad power-pop que exige a toda la banda el máximo de revoluciones durante sus escasos tres minutos de duración.

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