Pornography es un álbum emblemático de The Cure y su cuarto disco grabado en estudio. Lleno de su gris desencanto, su tristeza eterna y melancólicas tonadas, se inicia, sin embargo, con un tremebundo ejercicio de energía en estado puro como One Hundred Years, quizás como contraste a la narración del apocalíptico fin del mundo de la letra.
Ahora mismo, estoy simultaneando la versión en disco con la versión en directo que grabaron para su DVD Trilogy de 2002 donde repasaron desde el Tempodrom de Berlín los siguientes tres discos completos Pornography, Disintegration y Blood Flowers.
A Short Term Effect, que en disco me resulta sumamente oscura, deprimente y torturada, cobra sentido en cuanto pincho la versión de directo y se me hace tangible el tono y forma en que la música del atormentado Robert Smith cobra vida en compañía de sus compinches de The Cure.
Las guitarras desgarradas y turbulentas del propio Robert en The Hanging Garden, junto con los obsesivos punteos del guitarra solista, nos meten en una especie de callejón sin salida. El fraseo de Robert en Siamese Twins, como de historia de terror, así como sus gritos agudos y metálicos nos ponen en ocasiones la piel de gallina y nos hacen recordar al sadismo que rezumaban los cuentos infantiles.
Por más que ciertos psicólogos actuales insistan en que resumen y reflejan el imaginario colectivo de generaciones pasadas y son, por lo tanto, un acerbo cultural de primera categoría para entender nuestra psique. The Figurehead es una opresiva historia de amor / odio sobre tres notas que parece que se van a eternizar para siempre, aumentando la sensación de masoquismo, esto es, un perfecto empaste entre fondo y forma.
Con A Strange Day y la posterior Cold, continua nuestro descenso a los infiernos de la mano de Robert Smith y la banda, descenso al que asistimos impertérritos e incrédulos a partes iguales. Por último, Pornography retoma los arrestos e ímpetu de la inicial One Hundred Years, para cerrar el álbum con una paranoia asesina, pura pornografía o como más tarde diría el ínclito Jarvis Cocker, de nuestros apreciados Pulp, This Is Hardcore.
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