jueves, 24 de mayo de 2012

La Joven Dolores de Christina Rosenvinge


La Joven Dolores de Christina Rosenvinge es una muy buena continuación de su espléndido Tu Labio Superior. Según Christina ha comentado en las diferentes entrevistas que ha ido concediendo a los medios desde su publicación en 2011, con este disco ha pretendido reivindicar personajes femeninos que en la historia han jugado papeles secundarios, y a quienes ha querido reconocerles un mayor protagonismo.

Christina también ha revelado que La Joven Dolores no pretende ser un álbum sufrido, ni mucho menos, sino que el título es un homenaje privado al barco que hacía el trayecto de Ibiza a Formentera en su infancia / juventud.

La Canción del Eco se inicia con la guitarra arpegiando tras la voz de Christina, con el eco del micro abierto a tope, lógicamente. Poco a poco se va incorporando la banda en un plano acústico, y la melodía, ya de por sí muy bella, se va enriqueciendo con las aportaciones de los distintos componentes del grupo.

Las guitarras acústicas entablan una conversación en el estribillo, en paralelo al diálogo que se establece entre Christina  el coro. Y, como las canciones bucle de Bob Dylan o Lou Reed, la secuencia de notas se perpetúa en un loop infinito. Sin que sepamos en qué momento la letra va a dejar de fluir de los labios de Christina. Tan ensimismado como nos tiene la narración de la historia mitológica de Eco y Narciso.

Eva Enamorada profundiza en los mitos femeninos, en este caso se trata de la mismísima Eva bíblica, pero en clave revisitada. La canción respira por todos sus poros, y Christina canta y susurra con mucho encanto esta deliciosa melodía que puntea al piano.

Mi Vida bajo el Agua fue el primer single del disco, y tiene un bonito vídeo, en esta canción se compendian las características principales del estilo de Christina, pop melódico sin despreciar la tonada insulsa, y letras trabajadas que añaden madurez a la engañosa sencillez de la propuesta y permiten a Christina desplegar una amplia gama de recursos vocales, susurros, gorgoritos, estribillos guardería, requiebros macarras, en esta ocasión a una relación tormentosa -enloquecí por salvar ese amor, pero el barco hacía aguas y el barco se hundió / son pequeños dolores, entre pálidas flores hay puntas de alfiler- le sigue una metamorfosis / transformación de la protagonista en Sirena.


Jorge y Yo, sigue la clave acústica del resto de temas del disco, en esta ocasión para teatralizar los veranos con su hermano en la costa de pequeños, con cuevas junto al mar donde demostrar temor o arrojo, y puesto en contexto nos trae a la memoria la cueva en Formentera de Lucía y el Sexo.

Belleza a chorros, ejecución fantástica, coros de ensueño y arreglos de cuerdas y teclas minimalistas / detallistas / coloristas.

Tu Sombra es una hermosa canción con aires country & western, escobillas aceleradas a la batería, guitarrazos / larssens sobre guitarras Grestch como guitarrones mexicanos, las cuerdas resonando libremente y el tiempo necesario en nuestros oídos.

Weekend es una canción tensa, con alto ritmo de bajo y batería, que tiene una letra en línea con las canciones de ruptura y duelo de Tu Labio Superior, un partenaire egoísta -dentro de ti no cabe nadie más que tú-, cuya compañía es un continuo desfilar por la cuerda floja -el abismo es un lujo que no me puedo permitir-, pero en esta ocasión Christina canta desde la ironía y el cinismo de haber superado el lance, describiendo detalles íntimos en clave de humor -qué ardiente era el deseo y qué poca seriedad / adoro tus encantos, pero me voy de aquí / sé que echaré de menos cada milímetro de ti / tú y yo nos entendemos y eso siempre será así.

La Idiota en Mí (Mayor) sigue la línea comentada en Mi Vida bajo el Agua, con el añadido de la voz del cantante francés Benjamin Biolay en castellano y en francés, versión playboy -Phillipe Junot / Alain Delon, y por ahí-. Christina, afrancesada, poniendo voz de pitiminí, su piano juguetón y enfático y, el siempre, para mí, gracioso recurso de las palmas apoyando a la batería en su labor percusiva, junto con la frase más cínica y despegada de todo el álbum -y tanta folla para qué.

Nuestra Casa tiene una melodía de aparente placidez, heredera en sus notas iniciales de Our House del álbum Déjà Vu de Crosby, Stills, Nash & Young, y en ella Christina rinde cuentas metafóricas de su infancia / juventud tirando del hilo de Jorge y Yo -la juventud era una extraña juventud, que solamente el tiempo nos pudo curar.

El puente inocula desasosiego, siembra desazón, y se emparenta con canciones de Pink Floyd como Careful with that Axe, Eugene, se adivina el riesgo, la incertidumbre, y la tensión se resuelve con la steel guitar, a caballo entre la galaxia psicodélica -Interstellar Overdrive / sin saber qué estrella vamos a seguir / A Saucerful of Secrets / nos hundimos en la oscura inmensidad-, y el mundo onírico -Atom Heart Mother / y aunque no haya tiempo para dormir, volveremos, volveremos a soñar / The Great Gig in the Sky-, e incluso opiáceo -El Corazón del Tártaro-, y Christina nos acuna / arrulla con unos coros sensuales y su historia susurrada al oído como una nana, dentro de nuestro edredón nórdico -Confortably Numb.

En La Noche del Incendio, sobre un ambiente ominoso tipo Weekend, y con un piano y atmósfera muy cinematográficos, la batería marcando a contrapunto europ-a / europ-a, a lo James Brown, Christina desgrana, con sutileza y retranca muy suyas, una letra plena de exóticos hallazgos.

El papel incandescente caía como lluvia sideral / la apagaste de repente, me dijiste algo insolente / con tus modos indolentes, me escribiste tu nombre en la frente / te gusta echar de menos, pero no sabes querer / te empeñas en atarme, pero luego echas a correr / si el monstruo te da miedo, por qué le das de comer / y se pincha un lexatín, con la punta de su tenedor / tú, precisamente, tú, en tu caos tan diligente / la maldad suele ser inconsciente, y vestirse de fatalidad  / con tu humor inteligente, del pasado saltas al presente, y de nuevo a desaparecer.

La Noche del Incendio también nos remite a Animales Vertebrados, de su anterior disco Tu Labio Superior, y a los claroscuros de su relación con Nacho Vegas.

Desierto es un precioso pasaje costumbrista entre lo bucólico y pastoril de una asilvestrada naturaleza muerta, y la dócil escena doméstica del chalet adosado con jardín, no en vano, la melodía de un piano abierto y plácido -a la sombra de un abedul- nos balancea dulcemente, como en un columpio colgado de un árbol, pero la letra es de rompe y rasga, al estilo de Adele, y los arreglos orquestales nos recuerdan a Micah P. Hinson.

Debut es un extraño ejercicio de cacofonía y desafine, con tratamiento minimalista de guitarra, bajo y batería, muy Sonic Youth, mientras Christina se atreve a cantar como si de una aficionada se tratase.

Pero sin perder el control en ningún momento -no soy más que una aprendiz / es la estrella principal y borda la comedia / de pequeña hice ballet, aun ahora sé un par de piruetas / y me puedo equilibrar sobre el pulgar, es mi arma secreta / el telón caerá si dios no baja, y lo remedia-, otra vez el tratamiento de las cuerdas es de matrícula de honor, triunfando el menos es más.

Y el desarrollo alternativo finaliza con un enfrentamiento de voces a lo Bjork / Black Francis entre Christina y la segunda voz, de características hipnóticas / terapéuticas / catárticas, y uno apenas si puede evitar desear quedarse a vivir dentro de esta canción, más aún, dentro del bombo de la batería de Steve Shelley, hecho un ovillo, mientras el agudo, persistente "y él" de Christina, y la guitarra de Jeremy Wilms perforan nuestros tímpanos.

O bien quedarse a vivir bajo el agua, como Ofelia, la joven y bella enamorada de Hamlet.

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